Humor negro en las campañas; el mocha manos y su hacha
Horizonte ciudadano
Rosa Esther Beltrán Enríquez
Junio 14 de 2018
Me produce horror, aunque a muchos les da risa y lo toman a broma a choteo, a mí me enchina la piel. Cuando lo escuché en el primer debate decir que su solución en contra del problema endémico de la corrupción en México es que le mochen la mano al servidor público corrupto, creí que era una mala broma, pero no, lo ha reiterado en los 3 debates y cuantas veces puede en su campaña. Según él, mochar manos es la medida ideal para eliminar de tajo la corrupción.
Al Bronco ya le regalaron un hacha de carnicero y con una amplia sonrisa la recibió; el candidato “independiente” a la Presidencia habla de aumentar las penas, de mochar manos, de dar azotes, de pena de muerte, quizá hasta agregue la tortura; su discurso es demencial, el regreso a la inquisición y frente a las discrepancias y las réplicas el candidato arguye que, “ante casi 300 mil personas sin vida, con nuestras leyes, la impunidad es la madre de la corrupción…ésa es la solución” (Tercer Grado).
Tras esa convicción, Jesús Gilberto Rodríguez Garza, diputado priista por el octavo Distrito de Guadalupe, Nuevo León presentó ante la Mesa Directiva del Senado de la República una iniciativa con proyecto de decreto para reformar el Artículo 22 Constitucional a fin de que se eliminen las penas prohibidas, la de muerte y la mutilación, solicitó que esta iniciativa se inscriba en el Orden del Día de la próxima sesión de la Comisión Permanente, el diputado dijo estar convencido de que se necesitan medidas radicales para terminar de tajo con este cáncer que corroe a la sociedad mexicana, que es la corrupción, dijo.
Rodríguez Calderón, “el Bronco” ignora que nuestra Constitución, en su artículo 22 dispone: “Quedan prohibidas las penas de muerte, de mutilación, de infamia, la marca, los azotes, los palos, el tormento de cualquier especie, la multa excesiva, la confiscación de bienes y cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentales”.
Quizá pocos recuerden que, en 2008, en su Tercer Informe de Gobierno, Humberto Moreira propuso, ante Enrique Peña Nieto, entonces gobernador del Estado de México, enviar al Congreso local una propuesta de ley para instaurar en el estado la pena de muerte contra los secuestradores y el 28 de noviembre, el Secretario de gobierno, Armando Luna Canales entregó la iniciativa de marras al diputado Francisco Saracho Navarro de la 57 Legislatura.
El discurso del Bronco es de pitorreo y guasa, sin seriedad ni congruencia se la pasa en el chismorreo, aunque no deja de causar horror su osadía; en el tercer debate, a pregunta expresa de un moderador, el candidato expuso que propondrá la instauración de un Tribunal de Ciudadanos Único que vigile y ejerza acción legal contra corruptos, violadores, secuestradores y narcotraficantes, algo así como una corte de talibanes.
La participación de Rodríguez Calderón en las campañas presidenciales con sus propuestas absurdas resta responsabilidad y sensatez a lo que debieran ser actividades de altura que ofrezcan elementos de profundidad al debate nacional que marcará el futuro de este País.
El Bronco aparecerá así, con su sobrenombre en la boleta electoral, lo cual también parece poco serio, pero ni modo, la autoridad electoral está en la sintonía de la complacencia; el Bronco llama a anular a los partidos políticos, cierto, hay mucho que reprocharles, pero él durante más de 30 años fue priista y cuando ya no le convino recurrió a la fórmula de candidato independiente pero su corazón es de priista, de los más conservadores.
Lo que queda claro es que los periodistas serios han clasificado al Bronco como un populista con tendencias fascistoides (René Delgado, Reforma). Usted es un populista de derecha (Leo Zuckermann) es cierto, las ocurrencias del Bronco en el contexto actual del país son más que reprobables. ¿Alguien querrá optar por un presidente hitleriano? Usted elige, exigimos justicia no represión.