AMLO-pensiones: dos pronunciamientos y una incógnita
Gustavo Leal F.*D
8 de febrero del 2020
Después de que uno de los principales responsables del rezago en la agenda pensionaria nacional, Carlos Ramírez, ex presidente de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) y ahora vocero de Integralia Consultores declarara que cualquier reforma debe considerar una visión integral, dotada de sustentabilidad, suficiencia y cobertura, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) trazó una ruta para 2020 con dos sendos pronunciamientos.
En primer lugar, se comprometió a que durante su administración estará pendiente de que no se pierdan los ahorros de los trabajadores, garantizándoles protección frente a crisis económicas y financieras, porque son sagrados. También ofreció revisar los rendimientos para que el trabajador reciba lo que aportó, lo justo, una vez que se jubile: vamos a llevar a cabo una revisión del comportamiento de las pensiones en general. Todavía no iniciamos. AMLO indicó que ella se realizaría desde la Secretaría de Hacienda sobre aquello que han significado las Afore en todo este periodo y qué se puede hacer racionalmente en el marco de la ley. Lo tenemos en la agenda, remató (conferencia mañanera, 3/1/20).
En segundo, apuntando más hacia el fondo del desafío pensionario, observó que durante el neoliberalismo se tomaron decisiones, no sólo en el caso de la unidad de medida y actualización (UMA), sino sobre el sistema de pensiones en general. De no hacer nada, acotó, los trabajadores no recibirían su pensión: lo que les corresponde. Hay, en su opinión, una devaluación en todo el proceso de las pensiones que va a reflejarse. Para AMLO en el caso de “nuestro gobierno, los primeros casos–que son pocos, pero hablamos de miles– se estarán presentando en 2024. Luego va a crecer el número de gente con la mitad o menos de 50 por ciento de la jubilación que les corresponde”.
Por tanto, establece que finalmente el tema será abordado. ¿Cómo? Estamos hablando con el sector privado y con los obreros. Tenemos interés en buscar una solución. Y, aclara, aunque a nosotros no nos pegue en el tiempo que vamos a estar se convertirá en un problema grande –para el próximo sexenio y los futuros– si no se le atiende desde ahora. Queremos buscar opciones alternativas. Para AMLO: eso es un compromiso. Y es que, indicó, los maestros, trabajadores del IMSS y aquellos con jubilaciones y pensiones en el Issste me lo están planteando.
Y para corporizarlo, comunica, contamos con el apoyo del sector privado. Es más: la propuesta viene de él y está aceptada por los sindicatos y no va a afectar a los trabajadores. Vamos, concluye, a buscar la forma de resolverlo. AMLO asegura que en conferencia matutina se dará a conocer el plan y espera que “antes de que finalice 2020 ya tengamos una propuesta (conferencia mañanera, 24/1/20).
Resultaría saludable que AMLO identificara esos representantes del sector privado que animan la propuesta, así como los sindicatos aceptantes. Pero es claro que el debate nacional ha ganado un punto importante: evitar que, como en los tiempos neoliberales, la SHCP-4T monopolice el sentido, contenidos, términos y tiempos de la futura reforma pensionaria. En tanto que titular del Poder Ejecutivo, venturosamente, ahora la última palabra la tendrá el Presidente. Ello garantiza que el eje del mal pensionario gubernamental: secretario Arturo Herrera-Carlos Noriega Curtis (SHCP-4T) o Abraham Vela-Dib (Consar), Zoé Robledo (IMSS) y Dolores Padierna (Morena) sigan propalando su continuista visión.
Sin embargo, los pronunciamientos presidenciales despiertan una profunda incógnita: si la propuesta viene de ellos ¿qué solución para todos puede representar? Sobre todo si no se remodela la capitalización individual y se le sigue preservando como la única vía para seguir pagando las pensiones. En ese caso, difícilmente estaríamos ante una solución. Si acaso, apenas, frente a un nuevamente costosa e innecesaria postergación de ella.
Sin un verdadero remodelaje del sistema pensionario no hay solución para todos. Lo cual demanda, al menos, tres nuevas tareas innovadoras. Primero: resolver los términos de la complementaridad de la capitalización individual frente a un régimen de beneficio definido reforzado. Segundo: alinear los ajustes al salario base de cotización (SBC) pospuestos por la tecnocracia neoliberal desde 1982 e iniciados desde las crisis de 1980. Es decir: reconstruir desde las ruinas de ese SBC. Y, tercero: corregir y adecuar las inercias sobre el régimen de beneficio definido, heredadas desde Miguel de la Madrid, nunca asumidas como tarea gubernamental.
Aun así y con el compromiso de la 4T de hacerse cargo del pasivo pensionario (costo fiscal) como deuda colectiva social, cumplir ordenadamente lo que señala la ley, pagará las pensiones sólo sobre el límite estructural que marca ese SBC, fuente del nivel pensionarioreal. La incógnita está, pues, en el aire.
*Universidad Autónoma MetropolitanaXochimilco