Gobierno municipal de Mauricio Fernández “incendian” pradera y montañas en San Pedro Garza García, Nuevo, León…
Raúl A. Rubio Cano
Abril 2 de 2018
De veras que la administración municipal panista de Mauricio Fernández ha permitido ser el catalizador de una indignación “sui géneris” en los sampetrinos de estos días. Podrá acusarse de ello a las campañas de los diversos partidos políticos, pero la realidad es que es una efervescencia ciudadana que se remonta a la pérdida muy lamentable de lo que fue una “Ciudad Jardín” que a mediados del siglo pasado, arrancó para ser ejemplo mundial y hogar de importantes hombres de negocios y sus familias, basados ellos en un capital productivo e industrioso que caracterizó a la Sultana del Norte como metrópoli de crecimiento y desarrollo industrial de altos vuelos, pero que con la llegada del PAN a la alcaldía sampetrina, hace unos 30 años, ese sitio bello y de distinción residencial, se convirtió en una gran “trampa urbana”, altamente tóxica por la contaminación de su aire, destructiva de sus montañas y Loma Larga, no digamos del peligro latente que viven sus pobladores ante evidentes derrumbes por el incremento de los sismos y tormentas tropicales afines al Cambio Climático que vive el planeta, al igual, que de pésima vialidad y, llega a ser sitio también de vida de una nueva clase de poderosos representantes del capital especulativo y su correlato de economía ficción, violencia y demás maldades para su funcionamiento. Tirios y Troyanos, productivos e improductivos, han queda atrapados en esa gran “trampa urbana” que ha perdido hasta su Atlas de Riesgos por disposición del actual Cabildo y ello, ha convertido a San Pedro Garza García, en tierra donde sólo impera la Ley de La Selva; suficiente razón, para que un conjunto de organizaciones de la Sociedad Civil como, Salvemos San Pedro, ProMontaña, Plan San Pedro, etcétera, salgan a la movilización ciudadana y pacífica, a la lucha jurídica, a denunciar en medios sus sufrimientos en materia de salud, pérdida del valor de sus propiedades y seguridad y, en donde el capricho, burla y desatención a los habitantes quejosos, por la actual administración sampetrina, la convierten en el combustible que ya encendió la pradera y sus montañas de ese municipio ejemplar de tiempos muy pasados. No es posible, en sano juicio, que los ciudadanos sampetrinos, tengan que pagarle al alcalde Mauricio, la construcción de museos para exhibir sus colecciones particulares; que el Cabildo haya asignado 220 millones de pesos para empezar (falta saber cuántos más serán para terminar) y, a pesar de que el alcalde haya ofrecido donar 50 millones de pesos a esa construcción, el caso es que será la gente la que le brincará con ese gasto de un particular para conservar sus bienes, sin tomar en cuenta las áreas verdes que destruirá, el impacto que causará a los vecinos y propiedades de los mismos por esas obras en la construcción y su operación, que obligarán hasta que tales vecinos griten: ¡Regresen Avispones! ¡Regresen Pumas! En fin, la indignación ciudadana sampetrina va en ascenso, porque la gente hoy tiene una idea de Territorio y Vida ¡Órale!