Salud

El GDF-Ebrard y sus servicios médicos

Gustavo Leal F. *

De acuerdo con el decreto de presupuesto de egresos del DF para el ejercicio fiscal 2012, a la Secretaría de Salud corresponderán 5 mil 648 millones de pesos, mientras que los Servicios de Salud Pública del DF recibirán otros 3 mil 319 millones de pesos. En total: casi 9 mil millones de pesos. En 2011 ambas dependencias sumaron más de 8 mil 600 millones de pesos.

Las consecuencias de esta doble asignación –derivada de la descentralización federal de 1997– constituye uno de los mayores obstáculos, si no es que el principal, en la tarea por actualizar la política sanitaria local. No corregirla oportunamente ha perpetuado el rezago secular del primer nivel de atención y su escasa coordinación con el segundo nivel que –con más recursos– opera con la misma plantilla, desperdicios, inadecuado abasto y comprometiendo la calidad en la atención (Gustavo Leal F., 2011, PRD. Salud en el GDF: un proceso incompleto, UAM-X).

A principios de 2012 Armando Ahued, segundo secretario de Salud de la administración de Ebrard, comunicó que en los hospitales del GDF faltan 240 médicos y especialistas, aunque “44 por ciento del déficit está relacionado con servicios de salud de la mujer y la atención materno-infantil”. Al programa de prevención de muerte materna, puntualizó, le “faltan 76 médicos; en los hospitales se requieren 21 ginecólogos más, 36 ginecobstetras, 33 pediatras y 26 anestesiólogos. Esta falta es preocupante”.

Ahued considera que “si no tienes médicos suficientes para la atención, obviamente hay deficiencia. Lo estamos cubriendo: si no hay ginecólogos, un médico general atiende al paciente. La carga y el volumen de atención es mayor porque necesitamos médicos. La segunda área con más faltantes es urgencias”.

Pero en el diagnóstico de Ahued –como en los de su antecesor Manuel Mondragón y Kalb– no aparece por ninguno lado ese obstáculo que representa la referida doble asignación, responsable última de que Ahued carezca de especialistas y deba recurrir consuetudinariamente a médicos generales. Es decir: que el primer nivel de atención del GDF no opere como debiera, lo que compromete las políticas de referencia-contrarreferencia que le son indispensables y la entera calidad del proceso de atención.

Lamentablemente sus “soluciones” tampoco apuntan a enfrentar el origen del problema: la descentralización federal de 1997 diseñada por Juan Ramón de la Fuente y José Narro Robles. Por ejemplo, Ahued alude a una “estrategia” –que debería ser aprobada por los responsables federales del Seguro Popular– para contratar ginecólogos por evento: “que no estén ocho horas en los hospitales sino que se llame a un ginecólogo de un hospital, vaya, atiende a la persona y se retira. Como un ginecólogo privado, que atiende el parto, la cesárea y se va. Lo importante es contar con los especialistas las 24 horas del día”. ¿Por qué, entonces, no fortalece antes su primer nivel de atención y ajusta correctamente la referencia-contrarreferencia a los especialistas del segundo y tercer nivel (Institutos Nacionales de Salud)?

Ahued reconoce que los servicios capitalinos disponen de 6 mil médicos con salarios de 19 mil pesos mensuales para los generales y hasta 25 mil para los especialistas, además de que la secretaría a su cargo cuenta con recursos para contratar a los faltantes. ¿Qué es, entonces, lo que lo impide?

Resulta “que en otras dependencias tienen mejores salarios, prestaciones mayores y basificación, lo que no puede ofrecer el gobierno local”, esgrime Ahued. ¿Y si estructurara adecuadamente su primer y segundo nivel de atención con los 6 mil médicos ya contratados, con sus respectivas prestaciones y bases? ¡La secretaría a su cargo dispone de un presupuesto de casi 9 mil millones de pesos!

“No es falta de presupuesto”, reconoce, “no es que no haya posibilidad de contratarlos. No hay el elemento”. ¡Por supuesto que hay presupuesto! ¡Lo que no hay es una política de salud integral!

Compartiendo el curioso proceder de Ahued: buscar fuera lo que tiene dentro pero se resiste a ordenar, también Ebrard fomentó durante toda su administración la incoherente edificación de infraestructura sanitaria (de segundo nivel) con recursos privados, careciendo de una política integrada para vincularlos rectamente al primer nivel –que no ha decido modernizar Ahued– y a un tercer nivel (institutos nacionales) que sobrevive –igualmente por Ahued– en la indefinición.

De esta infraestructura destacan los hospitales de Tláhuac, Ajusco Medio, Iztapalapa y la Clínica-Hospital Emiliano Zapata. No sorprende que en marco y exactamente igual que predican la Ssa, el IMSS y el Issste de Calderón, Ebrard se contente ahora con pontificar que el “reto” de la red local ¡consiste “en trabajar más en medicina preventiva”!

La administración capitalina que tome la riendas en diciembre de 2012 enfrentará un “reto” por entero diferente: estructurar un primer nivel resolutivo para, desde ahí, ordenar hacia fuera (promoción y educación para la salud) y hacia arriba (segundo y tercer nivel) la entera política integral de salud. Esta tarea ha sido diferida –desde 1997 y durante los 14 años de gestión perredista.

El reto encara dos obstáculos de monta: la no integración de los presupuestos de la secretaría y los servicios de salud del DF y la firma del Convenio de Coordinación con el Seguro Popular (27/06/05) sin disponer de una política integral local para recibirlo y usarlo en beneficio de la población usuaria.

*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco

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