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La tragedia valenciana, piezas del rompecabezas

Luis Hernández Navarro

Noviembre 12 de 2024

Valencia, España., En la manifestación del pasado 9 de noviembre para exigir la dimisión del presidente de la generalitat, Carlos Mazón, una manta escrita advertía: La tempestad puede ocasionar daños. El capitalismo es mortal. La afirmación es contundente. Independientemente de los desastres naturales, el modo de producción dominante nos conduce a la barbarie.

Pero, más allá de la denuncia a la matriz que explica la letalidad y capacidad destructiva que puede adquirir una catástrofe climatológica cuando topa con un sistema inhumano, hay otras piezas del rompecabezas que dan cuenta de cómo la DANA fue gestionada torpe y criminalmente, y sus efectos han sido usados para objetivos que nada tienen que ver con la atención a las víctimas.

Entre esas otras piezas se encuentran la politiquería rapaz que busca sacar raja de la desgracia de miles de personas, el nuevo fundamentalismo de la derecha más rancia y el papel que influencers reaccionarios (y sus patrocinadores) han jugado en la difusión de bulos para exacerbar la legítima crispación social y rescatar a los responsables de la debacle. En ellas, ideas fuerza nacidas de la izquierda como que se vayan todos y sólo el pueblo salva al pueblo, han sido desnaturalizadas por la extrema derecha y puestas a su servicio para capitalizar políticamente el dolor, la rabia y impotencia de los afectados.

En el centro del nuevo imaginario social que la derecha radical quiere construir están, como explicó Martín Caparrós en El País, los migrantes. “Y sin embargo –escribe el autor de La Historia–, ahora el ‘problema’ de los in-migrantes se ha transformado en uno de los grandes temas europeos: uno de los argumentos más incisivos, más decisivos que aplican las distintas derechas para hacerse votar; el que más usa la prensa que se les vende para venderlos.” Añade: Lo que se presenta hoy en Europa como derecha es el oportunismo de los políticos que intentan aprovechar ese miedito, los intentos desesperados de resistirse a la inevitable renovación de nuestras sociedades. Para lo cual inventan todo tipo de infamias sobre esos inmigrantes, que es lo primero que hacen los conservadores para defenderse antes de recurrir a métodos más contundentes.

Hagamos un recorrido a vuelo de pájaro por la política valenciana (y española), para entender claves de la coyuntura y cómo la migración juega en ella. El 28 de mayo de 2023 se realizaron elecciones en la comunitat Valenciana. La coalición de izquierdas que gobernaba perdió el poder. El Partido Popular (PP) fue la fuerza más votada (35.37 por ciento y 40 diputados). El ultraderechista Vox, obtuvo 12.41 por ciento de los sufragios y 13 legisladores. Juntos, sumaron más de los 50 diputados necesarios para la investir como presidente de la generalitat a Carlos Mazón.

En un hecho hasta ese momento inusitado en España, ambas fuerzas acordaron confeccionar un gobierno conjunto, integrado por tres consellers de Vox y siete del PP, incluido el presidente.

Así, se abrió la ruta para pactar coaliciones de gobierno PP-Vox en Extremadura, Aragón, Castilla y León, Murcia y Baleares. Seis, incluyendo Valencia. En ellas, la ultraderecha se concentró en protagonizar guerras culturales. En Castilla y León y Aragón intentaron borrar la memoria democrática, que permite el acceso a la adquisición de la nacionalidad española por opción, y para los nacidos fuera de España de padre o madre, abuelo o abuela, originariamente españoles.

Sin embargo, poco menos de un año después de la travesía valenciana (360 días), las alianzas gobernantes conservadoras se rompieron, con el pretexto de la acogida de menores inmigrantes en las comunidades autónomas. Santiago Abascal, presidente de Vox, anunció que cancelaba los acuerdos regionales con el PP y pasaba a la oposición. Se convirtió así en lo que algunos analistas califican de fuerza antisistema-dentro del ­sistema.

Vox tomó entonces una ruta similar a la seguida por otras formaciones de la derecha radical en el viejo continente: Rassemblement National en Francia, la Liga en Italia, el Fidesz en Hungría, y el Partido por la Libertad en Países Bajos. En el Parlamento Europeo se sumó al grupo político encabezado por el húngaro Viktor Orbán (Patriotas de Europa) y asumió posiciones más beligerantes en cuestiones migratorias, de integración regional, soberanía nacional y protección de las identidades nacionales. Apuesta así a hacer de la migración (en realidad, racismo y discriminación), una herramienta para capitalizar el descontento popular en torno a otros asuntos (como el de la tragedia valenciana) presentándolos como resultado de la emigración.

En La extrema derecha inunda las redes de bulos (https://shorturl.at/TA1ww) Miguel Urbán sistematiza cómo la ultraderecha ha usado la DANA para inundar las redes sociales de fakenews y conspiraciones con los que reafirmar su negacionismo climático, esparcir sus odios, atacar al gobierno y de paso salvar al soldado Mazón de su responsabilidad en la tragedia.

Como explicó magistralmente Ignacio Ramonet en La era del conspiracionismo: Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio, la derecha radical ha elaborado desde las redes sociales una política de la posverdad que ha cambiado radicalmente las claves de la acción en la vida pública. Lo que hoy sucede con la catástrofe valenciana es inimaginable sin ello.

Raimon, el emblemático cantautor valenciano, autor de Al meu país la pluja, escrita en 1984, dice en su canción: En mi país la lluvia no sabe llover. O llueve poco o llueve demasiado. Si llueve poco es la sequía. Si llueve demasiado es la catástrofe. Al igual que sucede con la lluvia, puede acusarse a la ultraderecha de no saber hacer política: en momentos de tragedia como la vivida en Valencia, en lugar de poner en el centro la solidaridad y la lucha por la vida, lo único que hace es avivar las peores pasiones humanas, asociadas al odio, la xenofobia, el racismo, el supremacismo y el clasismo.

X: @lhan55

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