Ricardo Ravelo
Noviembre 7 de 2024
“El pleito entre Álvaro Sánchez y Jhovani Aguirre tiene historia. En agosto del 2021, ambos se conocieron en Luvianos, Estado de México”
La organización criminal de los hermanos Sánchez conformaron un cártel que mueve tres toneladas de cocaína a Estados Unidos. Conformado por Álvaro y Lencho Sánchez Sánchez –el primero fue acribillado junto con varios familiares en su rancho de Tequisquiapan, Querétaro, en 2023 –la organización criminal se mantiene de pie y opera en veinte estados del país. Tiene su base de operaciones en el Estado de México, donde tienen protección oficial. Tras la muerte de Álvaro Sánchez, a manos de un comando armado, el jefe de la organización ahora es Lencho Sánchez, conocido en el mundo del hampa como “El Señor de los Caballos”. Este cártel tiene líneas de entendimiento con La Familia Michoacana, encabezado por José Alfredo y Jhonny Hurtado Olasqueaga. Al primero le apodan “El Pez” y al segundo La Fresa. Ambos se han convertido en una verdadera pesadilla tanto en Edomex como en otra decena de entidades federativas.
El martes 18 de abril, Álvaro Sánchez Sánchez, cabeza de la célula criminal de “Los Hermanos Sánchez”, fue abatido en su rancho de Tequisquiapan, Querétaro, junto con su esposa –Orfelina Rebollar –y tres familiares más cuando un comando de veinte hombres armados irrumpió en la propiedad para efectuar un ajuste de cuentas. Sánchez Sánchez era conocido en el mundo del hampa como “El Tartamudo” y/o “El Pollo” y, de acuerdo con informes de la DEA, manejaba una organización criminal de alcances internacionales con amplias ramificaciones en Estados Unidos, Centro y Sudamérica. Tenía una cuenta pendiente con la justicia norteamericana por conspiración para introducir drogas, la cual nunca se ejecutó debido a que huyó a México. No obstante, la DEA le siguió los pasos. El capo era oriundo del Estado de México, pero se refugió en Querétaro, desde donde operaba su negocio. De acuerdo con informes de inteligencia, introducía tres toneladas semanales de cocaína a Estados Unidos, con lo cual logró construir un verdadero emporio al amparo de la protección de las autoridades.
Siempre andaba a salto de mata, entre el Estado de México, Querétaro y Veracruz. Su nombre figuraba en informes de la DEA y de las autoridades mexicanas, pero siempre gozó de impunidad. Álvaro Sánchez Sánchez era jefe de la célula criminal de “Los Hermanos Sánchez”, conocido en el mundo criminal como “El otro Señor de los Cielos” o “El otro Amado Carrillo”, pues al igual que el capo oriundo de Sinaloa éste también movía cuantiosos cargamentos de cocaína en aviones privados desde el estado de Querétaro.
Los hermanos Álvaro y Lencho (apodado El Señor de los Caballos por su predilección por los equinos) construyó un emporio en menos de cinco años: en su haber contaba con ranchos, hoteles, casas, negocios y adquirió aviones, vehículos de lujo y movía amplias redes en Estados Unidos, Centro y Sudamérica para abastecer de droga al mercado norteamericano. También tenía cinco mil cabezas de ganado en el rancho “Los Tres Hermanos” ubicado en Tequisquiapan, Querétaro, donde fue abatido.
Su brazo derecho era su hermano –Lencho Sánchez Sánchez y otra pieza clave era su esposa, Orfelina Rebollar Castelán. Salvo Lencho, Álvaro y su cónyuge, así como tres familiares más, fueron abatidos a tiros en su rancho “Los Seis Hermanos” donde vivíó protegido por las autoridades locales y federales.
El organigrama diseñado por La Fiscalía General de Justicia del Estado de México, que lo investigó durante varios años, da cuenta que el cártel de los hermanos Sánchez tenía una fuerza armada de más de 450 personas, entre gatilleros y operadores dentro y fuera de México.
En México operaba en una veintena de entidades federativas, mientras que en el extranjero sus piezas estaban afincadas en países como Guatemala, Costa Rica, Venezuela, Panamá, Colombia, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Ecuador, entre otros.
En esos territorios contaba con unas treinta aeronaves que utilizaba para mover la droga desde el estado de Chiapas. Luego la transportaba a Querétaro, donde controlaba el aeropuerto de esa entidad o bien la escondía en sus bodegas localizadas en sus hoteles y moteles en el Estado de México. De acuerdo con el organigrama criminal, en ocasiones ocultaba los bultos de cocaína en las bodegas de sus hoteles, que también servían para esconder importantes arsenales de armamento de alto poder importado de Estados Unidos.
De acuerdo con las investigaciones realizadas por la Fiscalía del Estado de México el cártel de los Sánchez Sánchez tenía vínculos con el cártel de La Familia Michoacana. Al menos dos personajes centrales de ese grupo criminal con asiento en Michoacán –los hermanos José Alfredo y Jhonny Hurtado Olasqueaga –aparecen en el organigrama criminal del cártel de los Sánchez Sánchez.
Según el informe criminal, Álvaro Sánchez Sánchez y su hermano Lencho utilizaban algunas de sus propiedades para ocultar a rivales suyos secuestrados. Los herederos de Álvaro, por ejemplo, se quedaron con hoteles, fincas, ranchos, casas de seguridad, entre otras, la mayoría localizadas en municipios lejanos en el Estado de México, como Luvianos, entre otros, donde sentaron sus reales.
El organigrama da cuenta de las tareas que cada uno de los operadores realiza en el extranjero. Son receptores de droga y dinero. En Estados Unidos tienen la misión de recibir los tractocamiones con cocaína y luego los regresan a México cargados con varios millones de dólares y armamento de alto poder.
El pasado 18 de abril de 2023, la buena estrella de Álvaro Sánchez se apagó. Un comando armado integrado por unos veinte hombres encapuchados pusieron fin a la carrera criminal del capo, quien comenzó en el mundo de los negocios como hotelero, aunque ya lavaba dinero para varios grupos criminales.
En el sórdido mundo criminal era conocido como “El Tartamudo” y seguía los pasos del extinto Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos”, pues al igual que el capo oriundo de Guamuchilito, Sinaloa, Sánchez operaba el tráfico de drogas en aviones privados y en tractocamiones con doble fondo. Una red de agentes federales y de al menos veinte entidades del país le brindaba protección. También contaba con los servicios de expertos en espionaje telefónico y cibernético, miembros del Centro Nacional de Inteligencia del Gobierno Federal, lo que antes era el Cisen, con quienes se reunía cada semana para que le entregaran información sobre escuchas ilegales de llamadas de sus rivales.
El capo de la droga, Álvaro Sánchez Sánchez –jefe de la célula criminal conocida como “Los Hermanos Sánchez” –fue acribillado el pasado martes 18 de 2013 en su rancho de Tequisquiapan, Querétaro, junto con su esposa, Orfelina Rebollar, y tres familiares más.
Según la Fiscalía de Querétaro, todo ocurrió cuando un comando armado arribó al municipio y se dirigió al rancho “Los Seis Hermanos”, ubicado en la comunidad El Tejocote.
Los guardias de seguridad no pudieron contener la metralla del grupo armado y éste irrumpió en el predio de cuarenta hectáreas donde Sánchez Sánchez tenía 5 mil cabezas de ganado y, presuntamente, laboratorios para procesar droga, particularmente cocaína y fentanilo. El lugar también tenía espacios especiales para esconder a personas secuestradas. El día del operativo fueron liberadas varias de ellas.
Ya en el interior, el comando abrió fuego contra Álvaro Sánchez; junto a él también murió su esposa, Orfelina Rebollar, así como dos tías y una sobrina del presunto narcotraficante que, según la Drug
Enforcement Administration (DEA), introducía tres toneladas semanales de cocaína a Estados Unidos en tractocamiones.
A Sánchez Sánchez se le conocía en el mundo del hampa como “La Tía”, “El Tartamudo” y/o “El Pollo”. Tenía una orden de aprehensión en Estados Unidos por conspiración para introducir drogas; la DEA lo buscaba desde hacía varios años, aunque nunca pudieron detenerlo. Sin embargo, era investigado por la agencia antidrogas norteamericana. Desde hace varios años le seguía los pasos.
El poder del dinero siempre sacó a flote a Álvaro Sánchez. El 24 de diciembre de 2022, Sánchez Sánchez había sido detenido en la zona de “El Marqués”, en Querétaro, cuando viajaba con su esposa, Orfelina Rebollar; al parecer debido a un incidente de tránsito fue capturado por la policía municipal de esa demarcación; al momento de revisar el vehículo los uniformados hallaron en el interior noventa y ocho cartuchos útiles, varias armas y un tigre cachorro enfundado en una bolsa. El presunto capo era amante de los felinos salvajes. En otras de sus propiedades las autoridades ya habían asegurado, tiempo atrás, tigres adultos.
Álvaro Sánchez se identificó con una credencial falsa con el nombre de Manuel; la esposa reveló su verdadero nombre –Orfelina Rebollar –: ambos fueron puestos a disposición de la Fiscalía General de la República (FGR), pero horas después los liberaron a pesar de que Álvaro Sánchez tenía antecedentes penales: se le investigaba por sus ligas con el tráfico de drogas, lavado de dinero y portación de armas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas.
El nombre de Álvaro Sánchez Sánchez no era conocido. El presunto capo se manejaba con bajo perfil, aunque tenía un amplio poder corruptor: al menos en quince fiscalías del país –Veracruz, Estado de México, Querétaro, Hidalgo, Chiapas, entre otras –se le brindaba protección y, al mismo tiempo, utilizaba a los policías como brazos armados para secuestrar y asesinar a sus rivales e incluso a sus aliados cuando algo salía mal en sus negocios.
Esto último se confirmó en enero de este año, cuando un comando de agentes del Estado de México, encabezados por Álvaro Sánchez y su hijo Alex Sánchez Rebollar, balacearon a Fermín Aguirre Benítez, un productor de ganado del municipio de Luvianos, Estado de México, a quien posteriormente desaparecieron.
Fermín Aguirre es hermano de Jhovani Aguirre Benítez, preso desde el 2021 por órdenes de Álvaro Sánchez, pues el primero se negó a prestarle sus camiones para traficar droga y por eso entre ambos brotó la guerra. El día de su secuestro, Fermín iba acompañado de dos personas más y un menor de edad. Sus acompañantes pudieron ponerse a salvo porque Fermín Aguirre les dijo que huyeran, pues él ya iba herido. Se internaron en el monte, pero a la distancia observaron cuando Álvaro Sánchez y su hijo llegaron al lugar donde estaba Fermín; observaron cuando fue sacado de la camioneta y se lo llevaron con rumbo desconocido. Nada se supo de él durante meses, hasta que fue liberado por el comando armado que irrumpió en el rancho Los Tres Hermanos, donde fue acribillado Álvaro Sánchez y varios de sus familiares.
Las autoridades del Estado de México conocían muy bien al presunto capo Álvaro Sánchez; la Fiscalía mexiquense cuenta con un amplio organigrama de la organización criminal que encabezaba y cuyo asiento está en esa entidad. El grupo criminal opera en al menos diez estados del país, pero dispone de amplios alcances en Centro y Sudamérica, de donde traen drogas que son introducidas por el estado de Chiapas. Luego las desembarcaban en la ciudad de Toluca y Querétaro para después moverlas hacia Estados Unidos.
Sánchez Sánchez disponía de amplios controles en Querétaro, incluso, las autoridades conocían que transportaba drogas en aviones particulares. En el aeropuerto de la entidad queretana había operaciones aéreas en jets privados en los que se movían varias toneladas de cocaína con la complicidad de las autoridades. Ahí siguen estacionados en los hangares helicópteros, avionetas y algunos jets en los que Sánchez Sánchez transportaba sus mercancías ilícitas hacia Estados Unidos.
El pleito entre Álvaro Sánchez y Jhovani Aguirre tiene historia. En agosto del 2021, ambos se conocieron en Luvianos, Estado de México. Aguirre es un personaje dedicado a la venta de ganado para comercializar carne. Tuvieron una amistad temporal.
Según denunció Aguirre Benítez ante la FGR, Sánchez Sánchez le pidió que le facilitara sus tractocamiones para mover droga. Jhovani Aguirre se negó y así empezó la guerra. Le dijo que le había costado mucho esfuerzo hacer crecer su empresa y que no la iba a poner en riesgo por nada ni por nadie.
Álvaro Sánchez lo amenazó de muerte y pagó a las autoridades para encarcelarlo; lo acusó falsamente de haber secuestrado a sus hermanos, del robo de 2 mil 500 pesos a una señora y hasta de trata de personas. Luego le sembró un arma y un kilo de cocaína en su camioneta y de esa forma logró que fuera sentenciado a ocho años de prisión. Otras sentencias provienen de delitos maquinados por Sánchez Sánchez, como secuestros, para lo cual utilizó a personas de su confianza para presentar las denuncias. Todo esto fue parte de la venganza de Álvaro Sánchez contra su enemigo Jhovani Aguirre, quien aún permanece en el penal del Altiplano.
En agosto de 2021, con la complicidad de elementos de la Secretaría de Seguridad Pública Ciudadana de la ciudad de México, Aguirre Benítez fue detenido. Tanto Álvaro Sánchez como su hijo Alex Sánchez Rebollar –su heredero en el cártel –quienes seguían a Aguirre Benítez, le avisaron a la policía que en una camioneta Mercedes Benz iba gente armada. Todo era falso. Ese fue el pretexto para que Jhovani Aguirre fuera detenido. El objetivo, de acuerdo con Aguirre, era que “el capo Álvaro Sánchez quería que me entregaran con él para matarme”.
Cuando los agentes detuvieron a Aguirre Benítez de inmediato fue puesto a disposición de las autoridades porque los agentes y el propio Álvaro Sánchez, que acompañaba a los agentes, pensaron que los familiares del detenido habían grabado el momento de su detención. “Por esa razón no me entregaron con él”, dijo posteriormente Aguirre, quien añadió: “Álvaro quería matarme”.
El empresario ganadero fue puesto a disposición de las autoridades; su camioneta estuvo 17 horas sin cadena de custodia ni vigilancia de ningún tipo, tiempo suficiente que los policías coludidos con Sánchez Sánchez aprovecharon para sembrar un arma y un kilo de cocaína. Con estas evidencias Aguirre fue procesado, declarado formalmente preso y posteriormente sentenciado a ocho años de cárcel por el juez Antonio Fuerte Tapia. Repecto al juez, Aguirre Benítez dice: “Este juez estaba coludido con Álvaro Sánchez y por eso me sentenció. Nunca quiso escuchar mis argumentos”.
De acuerdo con las denuncias de Jhovani Aguirre, Álvaro Sánchez construyó una red de funcionarios –policías, fiscales, jueces y agentes del Ministerio Público –para enderezarle acusaciones falsas y mantenerlo en prisión. De ese tamaño era la sed de venganza de Álvaro Sánchez por haberse negado a colaborar con él en el trasiego de drogas.
En la Ciudad de México –cuenta –tenía la complicidad de Ninsa Fernanda Acosta Herrera, fiscal de la capital del país; en el Estado de México operó para el presunto capo Elisabeth Gómez Blanca, agente ministerial que, según Aguirre Benitez, fabricó las carpetas “para acusarme con elementos falsos a mí, a mi hermano Fermín Aguirre y a mi esposa, Yuridia Gallardo, por el delito de secuestro”. A todos nos giraron órdenes de aprehensión.
De acuerdo con las denuncias, Sánchez Sánchez pagaba más de cien mil dólares mensuales a funcionarios de la Fiscalía del Estado de México para que ninguna denuncia procediera en su contra. Esto lo corroboró uno de los abogados de Aguirre cuando acudió a denunciar la desaparición de Fermín Aguirre, en enero último, y se topó con un verdadero cerco. Los fiscales le dijeron al litigante que no podían proceder contra Álvaro Sánchez porque tenía protección al más alto nivel. “No se meta en problemas”, le comentaron.
De igual forma, Álvaro Sánchez, de acuerdo con Aguirre, corrompió al director del reclusorio Norte, Luis Ángel Hernández Salas, para que lo movieran de prisión. Por esa razón, dice, fue removido al área diamante (varonil) del penal de Santa Martha Acatitla. Ahí intentaron extorsionarlo por órdenes del director del penal. Como Jhovani no accedió fue trasladado al penal de Máxima Seguridad de La Palma, en el Estado de México.
Álvaro Sánchez –según cuenta Jhovani Aguirre –inventó que sus hermanos fueron secuestrados y dijo que para liberarlos le cobraron a cada uno más de cien mil pesos. Dice Jhovani Aguirre: “Eso fue falso. Cuando dice que ocurrió el supuesto secuestro yo ya estaba en prisión. Todo fue inventado por él para mantenerme preso”.
Sánchez Sánchez se convirtió en una verdadera pesadilla para la familia Aguirre; tanto Fermín como la señora Yuridia Gallardo, su esposa, no dormían en sus respectivas casas por miedo a ser asesinados. Tenían que esconderse en el monte; en barrancas y entre la maleza para no ser detectados por el presunto capo. También estaban incomunicados porque todos sus teléfonos celulares eran intervenidos por el jefe criminal acribillado el 18 de abril de 2024 en Tequisquiapan, Querétaro.
A su disposición también estaban agentes de inteligencia, a quienes pagaba para intervenir números telefónicos de rivales. En uno de los videos que difundió Jhovani Aguirre para demostrar la corrupción de las autoridades aparece Álvaro Sánchez conversando en la habitación de un hotel con un alto funcionario de la fiscalía del Estado de México.
De acuerdo con la Fiscalía del Estado de México, que investigó al grupo criminal de “Los hermanos Sánchez”, la célula delictiva no quedó extinguida con la muerte de su jefe, Álvaro Sánchez: al frente de la organización sigue Lorenzo Sánchez Sánchez –conocido como “Lencho” o “El señor de los Caballos”, así como el hijo de Álvaro Sánchez –Alex Sánchez Rebollar –, quien tiene 23 años y operaba al lado de su padre como sicario. Desde la muerte de su padre se fue a vivir a Estados Unidos, pero algunas fuentes consultadas sostienen que regresó a sus andanzas a México y es una pieza clave del grupo criminal.
Hay otra familia –ligada a Lorenzo –de apellido Olascoaga que también son mencionados en el organigrama criminal elaborado por la Fiscalía del Estado de México. Esta familia es originaria de Tejupilco.
Según los informes de inteligencia, la célula de Álvaro Sánchez estaría ligada con Rafael Caro Quintero, recapturado en julio de 2022, particularmente con el cártel de Caborca que opera en Quintana Roo y otras entidades. Se le vincula, también, con la Familia Michoacana y amplias redes internacionales. El presunto capo Álvaro Sánchez construyó todo un emporio financiero: la organización cuenta con casas, hoteles en Acapulco, Estado de México, así como ranchos en Veracruz –donde también era protegido –en municipios como Tlacotalpan, Oluta y Medias Aguas; en Monterrey tiene hospitales. Los ranchos, de acuerdo con informes oficiales, están equipados con pistas de aterrizaje para el movimiento de drogas. La DEA conoce ampliamente la estructura criminal de Los hermanos Sánchez, pero en México el grupo criminal siempre ha estado protegido. Muerto Álvaro Sánchez, el cártel sigue intocado en su organigrama nacional e internacional.