Archivo 2007

Jorge Meade Ocaranza, historial negro

Tiovivo

“Hoy, para entender hacia donde vamos, no hace falta fijarse en la política, sino en el arte”
Ryszard Kapuscinski“Es más útil entrar en un museo que hablar con cien políticos profesionales”
María Nadotti

Juan Monrreal López

Noviembre 13 de 2007

En la política hay tipos con suerte, de los que sin comprar boleto, se sacan la tómbola. De los que saltan de liana en liana, sin fijarse, si en el camino, incluso muerden a los de casa. Uno de ellos es Jorge Meade Ocaranza, delegado nacional del PRI en el estado de Durango.

Grillo por abajo de medio pelo, tramposo, oportunista, con negro historial en su estado natal, Morelos; vino a descubrir en Durango, su Dorado; el inmenso filón de recursos fincado en el dinero público del gobierno del estado, de algunos municipios y de aquellos ingenuos que creen que puede conseguirles candidaturas, y ahora, las direcciones de los comités municipales priístas, sin importar las preferencias de Ricardo López Pescador, presidente estatal del PRI.

Para Jorge Meade Ocaranza, tocar Durango, fue alcanzar a la tierra prometida. Por fin, a más de mil kilómetros de distancia de su terruño, se le cumplió la ilusión que siempre tuvo cuando fue funcionario en Morelos; no rendir cuentas a nadie de la plata pública que derrocha. Ese despotismo goza. De allí se ase por impunidad. Por ello, no se ocupa en comprobar el destino final de los billetes tirados en sus correrías de “operatividad política”. Con una veta así, se apunta para permanecerse muchos años en la entidad. Embaucando con el fantasmal encargo de delegado nacional del tricolor. Poca cosa. Sin embargo, ese atuendo exprime para embobar a un segmento importante de priístas que siguen creyéndole el viejo cuento de asir todo el poder por obra y gracia del arrimo que le sirve el gobernador, pero además, el CEN priísta.

Meade Ocaranza, nunca había deleitado tal ilegalidad. Ni siquiera cuando formó parte del gobierno protector de narcotraficantes y secuestradores, que encabezaba su ex jefe, Jorge Carrillo Olea, a la par, indiciado por la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco y la del 10 de junio de 1971 en San Cosme, ambas en el Distrito Federal.

Sin rubores, el hoy representante del PRI nacional en Durango, fue pieza del gobierno de plagiarios que estructuró desde el poder Carrillo Olea.

De hecho, Jorge Meade, nunca cuestionó a su jefe. Por el contrario, Meade Ocaranza, defendió las trapacerías de Jorge Carrillo, como si los delitos perpetrados desde el poder público, fueran invenciones de la oposición o de la prensa.

Jorge Meade, fue Secretario de obras públicas de ese gobierno. En ese puesto mantuvo continuos choques con las constructoras. Se recuerda especialmente el sostenido contra Caminos y pavimentos del sur, quienes a punto estuvieron de llevarlo a juicio político.

La historia está allí. Las hemerotecas morelenses guardan las actuaciones de Jorge Meade, pero también, el cúmulo de exoneraciones que forjó a favor del grupo de delincuentes que ocupaban los puestos públicos de Morelos, liderados por Carrillo Olea; uno de los gobernadores más tétricos de la historia del estado de Emiliano Zapata, y, sin duda, de la República.

Fuera de empacho, Meade Ocaranza, compartió gobierno con el pavoroso jefe de la policía, Jesús Miyazawa Álvarez, indiciado por proteger a los secuestradores del estado, entre ellos, algunos policías.

Miyazawa, también dio resguardo a los plagiarios de entidades vecinas, como Guerrero, Michoacán y del estado de México.

Echado del gobierno, Meade, intentó llegar al Senado, por razón del proceso electoral del año 2000. Los ciudadanos morelenses lo derrotaron.

Lumpen al fin, Jorge Meade se vio envuelto después en continuas reyertas. El génesis, la desesperación de no tener poder y la defensa del grupo Carrillo Olea, caído en desgracia por el repudio ciudadano. Pronto se abrumó. Perdió la proporción de hegemonía, de tal manera, que a como diera lugar, intentó quedar en las listas de candidatos o funcionarios de lo que cayera; en el partido que fuera.

Apestado, sin dominio, sin apoyo de la mafia gubernametal derrocada, se entregó a las rabietas, a las amenazas, al chantaje hacia los propios priístas. Incluso se sumó a la campaña del candidato perredista a la alcaldía de Cuernavaca, en las elecciones del 6 de julio de 2003, pero perdió.

El delegado tricolor en Durango, estuvo a punto de ser expulsado del PRI, por este evento. Los correligionarios de aquellos días lo acusaron de traicionar al partido. La presidenta priísta Maricela Sánchez Cortés, arrojó a su cara la traición por el apoyo otorgado a las candidatura de Fernando Martínez Cué, miembro del PRD. Pero la libró huyendo a México. Acordando protección con el delegado priísta, Jorge Schiaffino Isunza.

De hecho, la historia personal y política de Meade, es así. Si pierde, trata de arrebatar.

Antiguos condiscípulos de la Facultad de contaduría lo recuerdan como “una persona que sacó el título por la fuerza de los golpes; era uno de los jefes de porros de la Universidad. Era el porro mayor”.

De manera que los desplantes pendencieros exhibidos durante el pasado proceso electoral duranguense, junto con las amenazas que corre contra quienes se rebelan a su caciquismo, son su parte intrínseca. Él, es así.

Infecto, rechazado por la sociedad, pero también por el priísmos morelense, Meade tuvo que aceptar cualquiera de las encomiendas del CEN priísta. Por lo mismo, agarró la delegación en Durango. La coordinación de la zona de Michoacán, durante el proceso interno del PRI, con el que Roberto Madrazo Pintado, se apoderó de la presidencia de ese partido. Bueno, hasta se dio tiempo de responsabilizarse del V distrito electoral del proceso electivo en Guerrero.

De manera que ante la oportunidad de guarecerse en algún lugar, con presupuesto y poder, aceptó con agrado la delegación en el estado. Y de allí pa¨l real. Las encomiendas priístas se cubren con dineros de los duranguenses. Además como el estado de Morelos está convertido en tierra de panistas y perredistas, las oportunidades de hincarle el diente a aquél presupuesto estatal, son magras.

Por lo pronto, Jorge Meade Ocaranza, no sufre. Poco le interesa el rechazo de gran parte de la clase política priísta. Cuenta con dinero a manos llenas “para operar” sus correrías. Tiene patrocinio. Pero su historial negro, aquí está, no se ha ido, tampoco se borra.

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