Columnas‏Nacional

El A1 y Ayotzinapa

Luis Hernández Navarro

Agosto 30 de 2022

“Me chingan a todos a discreción. Mátalos a todos, Iguala es mía”, habría ordenado José Luis Abarca Velázquez, El A1, ex alcalde de esa ciudad. Según el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, fue El Guarachero –como le apodaban al ex edil, cuando era un humilde comerciante– quien ordenó desaparecer a los 43 normalistas rurales de Ayotzinapa.

El motivo para deshacerse de los jóvenes habría sido que políticos, militares, policías y criminales, no sabían quién es quién y estarían calentando la plaza demasiado. El ex alcalde se coordinaba con el capitán segundo del 27 Batallón de Infantería, José Martínez Crespo.

José Luis Abarca fue elegido alcalde de Iguala, como candidato externo del PRD para el trienio 2012-15. En 2010, le confesó a su amigo, el médico Lázaro Mazón, dos veces edil del municipio y después secretario de Salud en el gobierno de Ángel Aguirre Rivero, hasta su renuncia en agosto de 2018, que pretendía ser nominado.

Según el doctor, él le respondió que eso era imposible, porque en el municipio ya había candidato (Óscar Díaz Bello) y él no militaba en el partido. Abarca buscó entonces a Nueva Izquierda, y se entrevistó con su líder en la entidad, Sebastián de la Rosa Peláez. De paso, en 2011, financió generosamente la campaña para gobernador de Aguirre Rivero (https://bit.ly/3cpUsOy). Se conocieron personalmente en enero de 2011, cuando desayunaron juntos en el Centro Joyero de Iguala, con varios oreros, en un evento orquestado por Abarca.

Finalmente, el tamaño de su chequera le permitió sortear sin mayores contratiempos los obstáculos que se le atravesaron en el camino a su nominación. Su operación electoral con las siglas del sol amarillo y aliados del MC y el PT, fue aceitada con la entrega de láminas y despensas. Ganó con 21 mil 546 votos, contra los 14 mil 600 que consiguió el aspirante del PRI, Erick Catalán Rendón. En esos años, Jesús Zambrano dirigía el PRD nacional. Lo sustituyó, pocos días después de la noche de Iguala, Carlos Navarrete, quien celebró su primera reunión al frente del CEN del sol azteca en Iguala. Ambos son de Nueva Izquierda.

Nacido en Arcelia, Abarca es un hombre infatuado de su imagen, al que le gustaba ostentar sus bíceps, que vivía rodeado de espejos. No muy alto de estatura, sagaz y ambicioso, presumido y fanfarrón, no era muy dado a entablar amistades, pero sí ducho en conseguir billete. Modesto comerciante de huaraches y sombreros de palma, incursionó primero en la compra y venta de oro y luego en el más lucrativo negocio del trasiego de heroína. Tenía, desde muchos años antes, estrechas relaciones con los mandos a cargo del 27 Batallón de Infantería.

Su esposa, María de los Ángeles Pineda, rubia teñida, conocida primero como La Costurera y después como Lady Iguala, tenía también un origen humilde, que remontó de la mano de la incursión de su familia en el narcotráfico. Vendía prendas que confeccionaba su madre. La pareja se conoció en la tienda de vestidos de novia, propiedad del padre de Abarca. El matrimonio forjó una floreciente alianza económica y política, que tenía en el tráfico de la goma de amapola su principal fuente de acumulación.

Los padres de La Costurera, Leonor Villa Ortuño y Salomón Pineda Bermúdez, originarios de Zirándaro, Guerrero, emprendieron en Iguala un próspero negocio dedicado a la compraventa de drogas al menudeo. En esa misma ruta se encaminaron sus hijos Guadalupe, José Alberto, Marco Antonio y Salomón. Guadalupe fue ejecutado por La Familia Michoacana. Dos de ellos, El MP y El Borrado, que trabajaban para Arturo Beltrán Leyva, fueron ultimados por éste en septiembre de 2009 para vengar su traición.

Cuando en mayo de 2009, la entonces Secretaría de Seguridad Pública anunció el arresto de 14 presuntos integrantes del grupo de los Beltrán Leyva, divulgó que la familia Pineda Villa contaba con una red de corrupción y protección institucional en los estados de Morelos y Guerrero, quienes además de brindarles seguridad, le informaban de las acciones emprendidas por la autoridad. Entre los detenidos estaban los padres de María de los Ángeles.

En la empresa matrimonial Abarca Pineda, era ella la que llevaba la voz cantante. Cerraba negocios y tratos. Visitaba al gobernador del estado. Testigos aseguran que, sin prudencia alguna, le gritaba a su marido: ¡Cállate, estúpido! El 26 de septiembre de 2014, al enterarse de la llegada de los Ayotzis a su ciudad, habría rugido: ¡Sáquenme a esos hijos de la chingada!

El alcalde Abarca fue pródigo en incorporar a la nómina del municipio a sus parientes y a los de su mujer. Era implacable para aplastar a sus enemigos políticos. El 31 de mayo de 2013, asesinó salvajemente al luchador social Arturo Hernández Cardona y a otros activistas (https://bit.ly/3TgFP0y). Como protesta por el homicidio del líder de la Unión Popular, los jóvenes de Ayotzinapa tomaron las calles de Iguala.

El ataque a los normalistas rurales implicó una operación militar de gran envergadura, que se desplegó durante horas, conducida por un mando central. Participaron, simultánea y coordinadamente, policías municipales de, al menos, cuatro municipios, policías federales y estatales, militares y sicarios. Acordonaron toda la ciudad y establecieron 16 retenes durante horas.

Por ello, con los antecedentes de quien se señala como el A1, es inevitable preguntar: ¿Quién comandó un operativo así? ¿José Luis Abarca? ¿Un grupo criminal como Guerreros Unidos, con una logística, capacidad de fuego e implantación territorial acotada tuvo a su cargo enteramente una agresión de esta magnitud? ¿Por qué el gobierno federal de Enrique Peña Nieto decidió pagar el costo de inventar la mentira histórica, en lugar de reconocer el crimen?

Twitter: @lhan55

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