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Estados Unidos contra México

 

Horizonte ciudadano

Rosa Esther Beltrán Enríquez

Junio 1 de 2018

 

Hace 16 meses nadie previó, nadie vislumbró lo que ocurriría al mundo con la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, en nuestro País, nuestro Atlas de Riesgos no entrevió siquiera que las relaciones de México con el país más poderoso de la tierra -con el que estamos profundamente ligados, no solo geográficamente, sino también en lo económico, en los social y en lo político- fueran a dar un vuelco de 180˚ para perjuicio nuestro.

Trump dio un giro total al tablero estableciendo que las reglas del juego unilateralmente ahora dependen de él y sólo de él; ahora, según Trump, el gobierno y los mexicanos sólo deben obedecer las decisiones que él tome.

¿Por qué no se previó lo que está sucediendo? El gobierno consideró que después de décadas de relaciones bilaterales, como vecinos nos conocemos, pero ese supuesto se vino abajo, además con la firma  del Tratado de Libre Comercio, se creyó que no habría sobresalto alguno porque ya se estaba en  una ruta hacia la  prosperidad compartida con los países industrializados, la primera convulsión contra ese supuesto surgió con el EZLN ¿en el primer mundo? -aquí estamos los pueblos originarios, marginados, hundidos en la pobreza- también se estimó que las relaciones inauguradas después de la 2ª. posguerra eran permanentes, más Trump no lo vio  así y ha modificado las reglas, cambió la ecuación, lo cual está sacudiendo a México.

Así, Trump ha inaugurado una era, un cambio cultural, removiendo las raíces del segregacionismo blanco, él dice, vete, tú no eres parte de la tierra prometida y ahora ser mexicano es algo peligroso a pesar de ser la raza originaria del amplio territorio que pobló la Nueva España y luego el territorio de México vendido por Santa Anna.

Ante el empobrecimiento creciente de amplios estratos de la población estadounidense Donald Trump, sacó de su chistera a los culpables: los mexicanos y los chinos, parte de la solución es: desaparecer los cupones de ayuda alimentaria que consumen también millones de estadounidenses, lo cual beneficiará a los más ricos.

Hasta ahora no se percibe que haya conciencia de lo que significa el cambio, migrantes trabajadores de Chicago y New York informan que las 24 horas del día los norteamericanos blancos les señalan, los necesitamos, pero no los queremos, cuando termines tus labores de limpieza desaparece y esos migrantes sienten la espada de Damocles, temen por sus hijos ante la polarización de la sociedad norteamericana.

El propósito de Trump es uno: ganar la reelección en 2020, lo demás no cuenta y los México estadounidenses no están organizados como para defenderse ante los ataques del presidente norteamericano que detiene a los que quieren entrar y también a los que quieren salir porque de hacerlo ya no podrán volver.

Es de esperarse que el próximo gobierno de México adopte una estrategia propia hacia la migración, lo que no ha hecho Peña Nieto que ha sido muy débil en su política exterior, nadando de muertito sin poner un alto a las agresiones de Trump; el que llegue, lo menos que podrá hacer es fortalecer a aquellos que sí quieren trabajar con los mexicanos, como California que a tantos migrantes acoge y les reconocen su trabajo.

El que presida el próximo gobierno deberá reconocer que la política exterior empieza con los vecinos, los latinoamericanos primero, los que han sido dejados de lado por los gobiernos del PRI-PAN; se deben construir puentes mediante una movilidad laboral hacia los centroamericanos reivindicando sus derechos humanos y los valores de la apertura, la pluralidad y la tolerancia, haciendo a un lado temores y prejuicios contra ellos y recuperando las históricas experiencias de apertura de Lázaro Cárdenas  y otros gobiernos del siglo XX. Más México en el mundo.

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