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Carreteras: Rutas de muerte

Ricardo Ravelo

Marzo 25 de 2022

Salir a carretera causa temor, se deben tomar demasiadas precauciones en un país dominado por el crimen organizado.

Los asaltos en las carreteras federales ya alcanzaron niveles de escándalo y preocupación por parte de los transportistas del país que, tanto de día como de noche, enfrentan los embates de la delincuencia organizada en la mayoría de las vías de comunicación que conectan al país.

Ante este escenario de vulnerabilidad evidente, que causa la impotencia de los afectados, la Guardia Nacional (GN) se ha visto limitada –cuando no implicada –para evitar estos atracos en las carreteras que afectan al transporte de carga y también a los vehículos particulares que, con familias completas a bordo, han sido despojadas de sus pertenencias, incluido su vehículo, además de sufrir violaciones y ultrajes de todo tipo.

Salir a carretera causa temor, se deben tomar demasiadas precauciones en un país dominado por el crimen organizado y común; no viajar de noche es una de las medidas más socorridas para evitar los asaltos, pero resulta que cientos de estos eventos ocurren, inclusive, a plena luz del día tanto en las autopistas de cuota como en carreteras federales. Éstas últimas, por cierto, están no sólo en pésimo estado sino abandonadas por los responsables de la seguridad.

El martes 22, miembros de la Alianza Mexicana de Organizaciones de Transportistas (AMOTAC), una de las más poderosas del país, realizó un paro de actividades y bloqueos en varios estados, sobre todo, en los más críticos debido a la inseguridad.

Desde muy temprana hora comenzó la protesta en Ecatepec (uno de los municipios más inseguros de México, dominado por delincuencia organizada); Cuernavaca, Aguascalientes, Monterrey, Veracruz, Acapulco, Tulum, Tuxtla Gutiérrez y los límites de la ciudad de México.

Sus demandas: Seguridad en las carreteras, tarifas oficiales para el transporte, reemplacamiento para vehículos de carga y turismo, prohibición de los camiones con doble remolque, alto a los abusos y extorsiones por parte de las autoridades; reducción de los precios de la gasolina y del peaje en autopistas y carreteras federales.

Con independencia del resto de sus demandas, uno de los puntos centrales de la manifestación nacional de los transportistas fue la inseguridad en las carreteras, un problema explosivo por la impunidad que lo envuelve.

Y es que, en los últimos años, los asaltos a transportistas, autobuses de pasajeros y vehículos particulares ha ido en aumento. Algunas cifras dan cuenta que el incremento es del 64 por ciento, con relación a otros años, algo que ya raya en el escándalo y que, no obstante, las autoridades no han podido frenar. Algunos manifestantes acusaron a efectivos de la Guardia Nacional –la llamada policía militar –de estar implicados en esta industria de los asaltos y de proteger a los grupos criminales que operan en las carreteras del país.

Las cifras hablan: En el año 2020, por ejemplo, se presentaron ante las autoridades unas mil 120 denuncias por asaltos al transporte público y de carga.

Otras estadísticas dan cuenta de que cada mes hay algo así como 90 atracos.

El Gobierno Federal tiene pleno conocimiento de este problema. Tan es así que dispone, además, de una relación de las carreteras más peligrosas, catalogadas con base en el número de hechos ocurridos y denunciados ante las autoridades. Aquí no se cuenta la llamada cifra negra, que siempre resulta ser más abultada.

De acuerdo con datos oficiales, la carretera más peligrosa durante el 2020 y lo que va de este año es el tramo Puebla-Córdoba-Veracruz. El tramo de La Esperanza está considerado altamente inseguro: es una zona de tráfico de combustible robado y narcotráfico. Los responsables de los robos operan en todo ese tramo y muy cerca de la carretera disponen de bodegas, zonas protegidas para llevar a cabo la descarga de los tractocamiones y, por si fuera poco, también existe alrededor una amplia red de tiendas y pequeños negocios de abarrotes donde colocan la mercancía robada para ser vendida en el mercado negro.

En esa zona –como en otras con alto índice de asaltos a tractocamiones –es común ver cómo han proliferado las tienditas de abarrotes, ultramarinos, changarros donde se venden aceites –incluido el de oliva extravirgen –, leche, pan de marca, detergentes, galletas, alimentos enlatados –hasta mejillones ahumados y productos del mar en salmuera –, embutidos, vinos importados de diversas uvas, café, chocolates, por citar sólo algunos comestibles.

También se venden detergentes de todas las marcas, nueces, almendras, arándanos, jugos, latas de frutas en almíbar… Y lo mejor es que todos los productos se ofertan a mitad de precio, es decir, 50 por ciento menos que en tiendas como Walmart o Comercial Mexicana. Esto llama mucho la atención porque se trata de una actividad de lavado de dinero que opera en completa impunidad. Es muy parecido al llamado huachicoleo: los delincuentes roban la gasolina y luego la venden a bajo costo e invierten sus ganancias en bienes raíces, la actividad más socorrida para el blanqueo de capitales.

La información oficial consultada también establece que otro de los tramos peligrosos, por el elevado índice de asaltos a camiones de carga, es el que comprende las ciudades de Uruapan-Lázaro Cárdenas, en el estado de Michoacán, tierra de nadie. Aquí el territorio está tomado por la delincuencia organizada y ni la GN ha podido desarticular la actividad criminal.

Otra carretera de la muerte es el tramo Matamoros-Reynosa. Los datos señalan que el punto crítico es San Fernando, el mismo lugar donde cientos de migrantes fueron asesinados a manos del cártel del Noreste, organización criminal que se volvió el azote de Tamaulipas por elevada capacidad de generar violencia.

Pero eso no es todo: El llamado libramiento Norte, en la Ciudad de México, que conecta a los estados de Puebla, Querétaro y Veracruz, es otro de los tramos donde las alertas están encendidas. A este se suman Los Reyes-Zacatecas, México-Cuernavaca; México-Puebla; México-Querétaro y Pátzcuaro-Uruapan. Y ni se diga la México-Ecatepec. Aquí no sólo han ocurrido asaltos: también violaciones y crímenes.

De acuerdo con datos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en Ecatepec están afincados cárteles michoacanos, entre otros, Los Viagras, Familia Michoacana, así como algunas células del cártel de Jalisco que, por cierto, también opera ampliamente en la Ciudad de México, según reconoció hace tres semanas el secretario de Seguridad Pública Ciudadana, Omar García Harfuch.

En la información consultada resaltan otros tramos carreteros peligrosos, como el Querétaro-San Luis Río Colorado y la Querétaro-León. También resaltan en rojo Orizaba-Fortín de Las Flores-Córdoba-Veracruz.

Los asaltos en carreteras al transporte de carga se han incrementado a pesar de que la GN vigila las vías de comunicación. Si este delito aumenta quiere decir que no están haciendo su trabajo o bien están coludidos con el hampa. No hay otra explicación.

De esta forma, los llamados “piradas del asfalto” gozan de impunidad, además, no operan desprovistos de armamento de alto poder, tecnología de punta y, como ya se dijo, cuentan con cadenas de distribución para vender sus mercancías en el mercado negro. Esto no lo ve el Sistema de Administración Tributaria.

Hace unos tres años, unos mil camiones de carga eran asaltados cada año en las carreteras. Ahora la cifra ha aumentado, pese a que hay mayor vigilancia en las vías de comunicación, pues se disponen de cámaras y de una policía militar supuestamente mejor dotada de herramientas.

De acuerdo con los miembros de la AMOTAC y autoridades consultadas, los asaltos ocurren en paradas de camiones no establecidas, en estacionamientos de restaurantes y centros comerciales. Cabe decir que, por desgracia, muchos conductores están ligados a los criminales, de igual forma los dueños de los camiones, pues al final del día quienes pagan los platos rotos son las aseguradoras, donde, a decir verdad, tampoco se descarta la corrupción.

En las carreteras de Estados Unidos y Europa existen puntos específicos para el parqueo de los camiones de carga. Tienen prohibido parar en cualquier punto. Además, al menos dos días a la semana –sábados y domingos –los conductores deben descansar en estos puntos vigilados. De esta forma se evitan accidentes durante los fines de semana. Y la seguridad es permanente. Ahora sí que las reglas son muy claras.

En el caso de México hace falta una verdadera revolución en materia vigilancia. Se debe empezar por las carreteras: la mayoría de éstas carecen de seguridad, están oscuras y las carreteras federales lucen deterioradas y, sobre todo, abandonadas. Transitar por ellas es meterse a un túnel sin salida. Ninguna autoridad garantiza la vida ni el patrimonio, pues lamentablemente muchos policías estatales y algunos de la GN están involucrados en el crimen organizado, como lo demuestran decenas de denuncias.

Y es que a medida que aumenta la población también aumentan las demandas de servicios y de seguridad. El Estado no avanza en medidas a la misma velocidad que crece la sociedad, a lo que además hay que sumar el grave problema de la corrupción. Ninguna autoridad puede garantizar orden: éste debe surgir de la misma consciencia: cada ser humano debe trabajar en ello. El Estado debe ocuparse de crear empleo y mejores condiciones sociales, en suma, se requiere una verdadera revolución en todos los frentes: económico, social, humano, educativo, en materia de seguridad…Una verdadera Cuarta Transformación que no sea como la actual, una continuidad maquillada del pasado.

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