NacionalNotas Importantes

Parásitos en los Servicios Estatales de Salud Guerrero

 

David Eduardo Herrera Torres.11jpg

David Eduardo Herrera Torres transa con bienes de la Secretaría y con el Hospital de Ometepec

 

Juan Monrreal López

5 de septiembre de 2016

https://www.democratanortedemexico.com

http://www.democratanortedemexico.blogspot.com

 

Ometepec, Guerrero. – “La sociedad guerrerense ha perdido la confianza en sus autoridades. La ha perdido porque ve que la justicia se corrompe, que la desigualdad se acentúa, que crece la pobreza, que la impunidad aflora día con día. Se ha perdido la fe y la confianza en los políticos”, pronunció Héctor Astudillo Flores en su discurso de toma de protesta como gobernador del estado de Guerreo y siguió:

“Hasta ahora, Guerrero ha vivido en el temor, la anarquía, en el miedo y en la desesperanza. Por ello estoy decidido a coordinar los esfuerzos de todos para atender las demandas legítimas de la sociedad, con un apego irrestricto a la ley…”, dijo.

Hasta hace dos o tres meses, una clínica en Ometepec, Guerrero, con el nombre “Santo Niño de Atocha”, lucía desértica, sombría, desangelada. Y es que los dueños David Eduardo Herrera Torres y su mujer Rufina Margot Solano Salazar carecen de credibilidad en la población, además de que oscuras historias como de terror se tejen a su derredor.

Herrera Torres arrastra una historia de corrupción e impunidad como pocas. En Ometepec se cuentan todo tipo de relatos relacionadas con su nefasto paso como médico privado y del Hospital General de Ometepec; es calificado desde déspota hasta asesino. Será porque en 2005 mató, “imprudencialmente” a una madre y su hijo.

Sin embargo, de manera inexplicable, Herrera Torres fue nombrado director del hospital y quien lo hizo, dejó literalmente a Drácula a cargo del banco de sangre. Hoy, la clínica de Herrera Torres parece una sucursal del hospital, todo el personal del nosocomio tiene la instrucción de enviar al mayor número de gente posible ahí, “para recibir una mejor atención privada, con cuarto privado, baño y aire acondicionado”.

Para sorpresa de muchos, el mismo Herrera Torres se encargó de aclarar por qué fue nombrado director: “Esto es un puesto político otorgado por el gobernador, con quien trabajamos en su campaña…”, asegura y difunde en Internet.

 

En el nombre de la transa

 

David Eduardo Herrera Torres aprendió que no hay mejor negocio que apostar y meter dinero a las campañas políticas, lo hizo en el segundo periodo de Mario Navarrete por lo que fue nombrado director de Salud Municipal, ahí comenzó a amasar fortuna a cambio del favor que brindó. Realizó sospechosas campañas de mastografía y de detección temprana de cáncer cérvico uterino, entre otras. Y su clínica vacía, en esos tiempos también se llenó.

Con Antonio Atenógenes Vázquez Rodríguez pasó lo mismo, Herrera Torres aportó dinero y apoyo al None y éste lo recompensó con la dirección de Desarrollo Social y con jugosos contratos a cargo de las partidas federales que recibe el municipio año con año, en concreto, con el programa Hábitat.

“Sí aportó a mi campaña, pero le pagué en poco tiempo y con creces; ganó conmigo muchas veces más de lo me aportó”, reconocería el expresidente municipal tiempo después.

Y su clínica vacía, en esos tiempos también se llenó.

Desde la época de Navarrete, Herrera Flores perdió el miedo a jugar en el filo de ser servidor público y beneficiarse con sus puestos, dada la ceguera y corrupción de sus respectivos jefes de trabajo y encomiendas. Los mismos vicios que Astudillo Flores prometió terminar en su toma de protesta, son los vicios que hoy ejerce sin vergüenza Herrera Torres al frente del hospital.

De manera mañosa, Herrera Torres deja sin cubrir la atención médica en algunos turnos en el hospital, entonces se aparece, a veces con su mujer Rufina, y tal como las hienas a la caza de sus presas débiles e indefensas, se los lleva a su clínica con el pretexto de que en el hospital “no hay personal, ni insumos, ni medicinas ni lo necesario para atenderlos”.

 

Una bola de mafiosos

 

No conforme con atiborrar su clínica con todo tipo de pacientes del hospital, Herrera Torres también se auto adjudicó el servicio de rayos-x, de mastografía, de ultrasonido y de endoscopía, entre otros. Para colmo, buscó a Fernando Yañez Méndez a quien propuso poner, dentro del hospital, un equipo de tomografía computada. Se dice que Herrera Torres recibió 500 mil pesos de entrada nomás por el “favor” que hizo a Yañez Méndez y su compañía.

Sin planeación alguna y con prisas exageradas de echar a andar el equipo de tomografía para comenzar a sangrar a la secretaría, Herrera Torres improvisó un área que colinda con cuneros y comedor, lo que compromete en muy alto grado y se convierte en un serio riesgo para la salud de los bebés, sus madres y en general del personal del hospital y los pacientes, pues podrían ser expuestos a dosis letales de radiación primaria y secundaria que emite el equipo en cuestión.

Y no es todo, a principios de siglo, Yañez Méndez enfrentó problemas legales en Iguala, Guerrero y se refugió unos años en el estado de Campeche. Regresó bajo el cobijo económico y político de su “padrino” José Luis Abarca. Abarca lo presentó a Lázaro Mazón y este lo incrustó en la secretaría de Salud estatal y lo nombró director del Hospital General de Iguala.

Ahí en el hospital, con las mismas mañas de Herrera Flores, instaló un equipo de tomografía computada, daba el servicio “subrogado” y amasó cuantiosos recursos a cargo del gobierno estatal y federal, sí, como servidor público, y no hubo quien le pusiera un alto. En ese entonces, Yañez Méndez presumía el padrinazgo de un funcionario estatal con una relación de sospecha con el crimen organizado y con otros sectores poderosos de la misma secretaría de Salud estatal, con quienes entró en conflicto. Se trata de Pablo Sapién Cortés.

Removido de su puesto en noviembre pasado, el nuevo director del hospital de Iguala hizo público el cochinero en que encontró sumido al nosocomio. Y como acostumbra, Yañez Méndez se perdió, apenas comienza a asomar la cabeza del inframundo y está viendo la luz en Ometepec, a donde llegó a presumir que “tiene varios tomógrafos instalados en la secretaría de salud del estado”.

Qué curioso, en una paradoja trágica, a Yañez Méndez le tocó atender en el Hospital de Iguala a varios muchachos que milagrosamente salvaron la vida del despiadado ataque que su padrino Abarca presuntamente ordenó contra los estudiantes de Ayotzinapa.

 

Se vende el sindicato

 

Las corruptelas de Herrera Torres y su administrador Jorge Fernández Guillén en el hospital han llegado a oídos de funcionarios de calibre mediano y grueso de la secretaría de Salud estatal, pero de manera sospechosa nadie ha movido un dedo. Por eso los trabajadores del hospital inconformes con tanta impunidad y mugrero exigieron a su líder sindical pusiera un alto al director.

Salió al revés, al puro estilo de Joel Ayala y su sobrino Marco Antonio, la líder María Inés de la Cruz Martínez “se puso de tapete” ante el director, quien la recompensó con prebendas y dádivas para ella y su parentela incrustada en el hospital. Es probable que en cualquier momento los trabajadores organizados se brinquen a su líder, la destituyan y comiencen a limpiar la casa. O que se geste un movimiento de trabajadores independientes que sí represente y proteja los derechos laborales y de la población.

Herrera Torres también infló la nómina de la secretaría de manera abrupta, contrató gente en exceso y sin la preparación adecuada para cumplir tareas específicas y de atención directa a la salud de la población, los tiene como personeros propios con cargo al erario, que utilizan las ambulancias, gasolina y pacientes del hospital para saturar su clínica.

Mostrar más
Back to top button