Columnas‏

Homo toxicus

Horizonte ciudadano

Rosa Esther Beltrán Enríquez

Mayo 16 de 2019

La ruta de la evolución y del “progreso” ha llevado a la humanidad a una situación de la que parece haber muy limitada conciencia. El homo erectus descubrió el fuego y de ahí llegó el homo sapiens pasó rápidamente a una serie de inventos que le llevaron a la fundición de metales y así emprendió la ruta imparable del “progreso industrial”.

En la actualidad unas 100 mil moléculas químicas sintetizadas en laboratorios dan forma al mundo en el que vivimos, el hombre introdujo estas moléculas sin preocuparse si la naturaleza sabría reconocerlas, procesarlas y degradarlas, nunca se pensó que algún día esas moléculas podrían introducirse en el propio organismo del ser humano.

Los laboratorios de toxicología han analizado sangre de cordones  de bebés encontrando en ellos metales pesados, pesticidas y DDT, lo cual indica la exposición de las madres a sustancias contaminantes transmitidas a su bebe mediante la circulación sanguínea, en diversos  experimentos los expertos encontraron que en la contaminación humana, aún a dosis muy bajas, esas sustancias pueden provocar en los infantes la hiperactividad,  niños superdotados o discapacitados y también problemas de hormonas tiroideas.

Ahora, según los estudios especializados en toxicología en la vida cotidiana  nos vemos expuestos a nanogrados, el equivalente a muy bajos, mínimos grados de contaminantes que alteran los genes y por ende nuestros procesos biológicos; esas exposiciones a nanogrados a través de sustancias químicas interfieren en el desarrollo de los fetos y en el buen funcionamiento del sistema endócrino e inmunitario, esas interferencias, aseguran los investigadores, perturban en forma sutil los mecanismos finos y precisos que dirigen el crecimiento del feto.  

Es imposible escapar de la contaminación virulenta del bisfenol A, que está en las botellas en las que bebemos el agua, en los biberones, en las resinas que cubren las tapas de conservas, los pesticidas y fertilizantes, en los plásticos ligeros que se usan en la cocina, las cacerolas antiadeherentes o algunos juguetes, hasta en los cosméticos y la mayoría de los productos de la vida diaria de cuidado corporal.

Ante esta realidad amenazante se han formado grupos de ciudadanos que están pidiendo a los fabricantes que no utilicen nuestros cuerpos como vertederos y que abandonen la manufactura de productos que estén asociados al cáncer de mama u otros, porque ahora comer se ha convertido en un riesgo.

Las investigaciones científicas sobre esta problemática se multiplican en Europa, Canadá y Estados Unidos y muestran resultados, pero hasta ahora es imposible oponerse a las poderosas empresas productoras de carne y alimentos agrícolas. Existe todavía incertidumbre que inquieta a los científicos y obliga a la cautela sobre los efectos neurotóxicos a dosis débiles durante periodos largos, pero ya proponen reducir los residuos tóxicos en los alimentos y en el empleo de algunos productos, aunque se percibe lejano el día en que los agricultores abandonen el principio de máxima productividad.

Un tema turbador que los investigadores debaten es el de la supervivencia de menos varones que niñas ¿por qué? algo está haciendo más frágiles a los fetos varones y no alcanzan a lograrse, las respuestas aún están en los procesos preliminares de investigación, los científicos se están planteando hipótesis, ¿a que se deben los bajos niveles de espermatozoides o infertilidad en numerosos varones? el calentamiento global, el cambio climático, los factores  del medio ambiente, la intensa contaminación de las aguas en ríos, océanos y en el planeta en general  y, por ahora los científicos  afirman que nos estamos moviendo sobre un volcán.

Es probable que  se haya cruzado la línea que separa el progreso de la autodestrucción, se pensó que la tierra y los océanos eran capaces de procesar todos nuestros deshechos, se ve que no es así, a lo más que se ha llegado en países como Canadá es a administrar los riesgos, aunque hay que tomar en cuenta que a las fuerzas del mercado les interesa poco o nada la salud pública y omiten entrar a temas que puedan disminuir sus ganancias, pero sin querer ser catastrofistas importa saber hacia dónde va la humanidad, tus hijos y su descendencia, porque parece que se avanza velozmente hacia la destrucción de la vida.

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