Salud

Mineros de Sabinas y los “ahorros” del IMSS-Karam

Gustavo Leal F.*

Julio 23 de 2011

En octubre de 2010, Daniel Karam consideró que el IMSS puede rebalancear sus seguros porque uno de ellos, el de riesgos de trabajo, es sobradamente superavitario”. ¿Y cómo ha logrado esta magia el calderonismo? Parte de la respuesta está en la reciente tragedia minera de Sabinas, Coahuila, que cobró 14 vidas. Y, por supuesto, también en la de Pasta de Conchos, que se llevó 65.

La formulación “técnica” de Karam reza así: de los cuatro seguros que administra el IMSS, el de enfermedad y maternidad tiene un grave déficit, mientras que los de invalidez y vida, así como riesgos de trabajo, tienen reservas de 70 mil millones de pesos superiores a lo que se requiere. La propuesta es trasladar recursos de los segundos al primero para “garantizar” su funcionamiento en tres años.

En la Ley de Ingresos 2011, el Congreso aprobó esa transferencia de excedentes “por única ocasión”, al decir de la senadora priísta María de los Angeles Moreno porque “es ilegal e insuficiente, no resuelve nada. Están cebando la bomba para que explote en dos o tres años, a quien sea, pero que explote”. A cambio, el Senado condicionó al gobierno federal para que el IMSS y Hacienda envíen una propuesta que solucione de fondo los problemas financieros estructurales que afectan al organismo.

La realidad o costo humano que soporta el superávit de Karam reza más bien así. El estudiante de periodismo Diego Legrand (Proceso, 1801) ha documentado que en la boca del monstruo entran cientos de mineros diariamente. Descienden en pequeños botes movidos por un rudimentario sistema de poleas o malacate a 60, 70 u 80 metros bajo tierra hasta alcanzar el centro del pocito, una excavación desde la que se abren cuatro túneles. En una mina de carbón el calor es insoportable. Las capas de arcilla acumuladas actúan como cobijas. La tonelada se paga a 70 pesos, el salario suma 110 pesos diarios –menos descuentos–, con jornadas de 11 a 12 horas, y siempre se labora con miedo: los dueños de esas pequeñas minas temporales poco se ocupan de los riesgos.

Un minero ligeramente desubicado por un accidente que le redujo 50 por ciento la audición señala que “además de trabajar sin metanómetros, respiradores o trajes de protección adaptados, me finiquitaron con mil 500 pesos cuando se dieron cuenta que ya no estaba en condiciones de trabajar”.

Doscientos mil mineros trabajan en estas condiciones. Pero la magia de los “ahorros” del IMSS-Karam sólo reportó mil 488 accidentes laborales en socavones del país, cuando la OIT informa que para 2010 “60 por ciento de los trabajadores de las minas mexicanas son informales, no disponen de protección social y las autoridades muchas veces no redactan las actas correspondientes cuando fallecen”.

La mayoría viven en chozas cercanas a los pozos porque el salario no da para rentar una vivienda y carecen de acceso a los hospitales públicos, aunque evitan denunciar la falta de seguridad que caracteriza sus condiciones laborales por miedo a quedarse sin trabajo.

Pero el 3 de marzo de 2011, Daniel Karam advirtió a los senadores que para dar “viabilidad” al IMSS “se requiere trasladar 61 mil millones de pesos de los recursos excedentes de los seguros de invalidez y vida y riesgos de trabajo al de enfermedades y maternidad, que es deficitario”. ¿Cómo? “Rebalanceando” las primas de los cinco seguros, lo que garantizaría un margen de cuatro a ocho años “para no presentar problemas de operación”.

Y agregó: “El próximo año se volverá a hacer la solicitud”. La respuesta de la senadora María de los Angeles Moreno fue: el PRI “no aprobará otra autorización de excepción”.

Acompañado de Daniel Karam, poco después y frente a legisladores (junio de 2011), el panista Javier Lozano, secretario del Trabajo de Calderón, se atrevió a sostener que de “haberse” aprobado la reforma laboral del PRI se habrían “evitado muchos” de los 38 mil accidentes laborales que han ocurrido en minas en los 10 años recientes y que se han traducido en 340 fallecimientos.

Para Lozano el sector minero “no es” el que más accidentes laborales y defunciones registra. En un solo año “en la industria de la construcción murieron 216 trabajadores”. Además, después de Pasta de Conchos se expidió la Norma 032, para “dar más seguridad” a los trabajadores, mientras se llevaban a cabo 138 inspecciones. “¿Ustedes creen que con 376 inspectores podemos vigilar todo el tiempo y en todo lugar 835 mil centros de trabajo en el país?”, pretextó.

Pero Lozano también se quejó de la falta de inspectores y de que “hay un déficit de mil 395 plazas”.

A lo que, otro panista, el legislador Ricardo García Cervantes, le observo: el sector minero “es un absoluto desorden que cuesta vidas”. Se debe asumir, agregó, “con mucha seriedad, porque mutila a jóvenes trabajadores y enluta familias”. Y remató: “No existe colaboración, cooperación ni responsabilidad entre dependencias”.

Como era de esperarse y mientras se entretenía sumando “ahorros”, Daniel Karam apenas apuntó –en tono casi inaudible– que “poco tenía que informar acerca del accidente en la mina de Sabinas, porque todo lo había dicho el titular de la STPS”.

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