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David Eduardo Herrera Torres, invoca a Dios como su salvador y saquea Hospital de Ometepec

 

pinto

Dice que Carlos de la Peña Pintos “está muy contento”

 

Redacción

https://www.democratanortedemexico.com

9 de septiembre de 2016

 

Ometepec, Guerrero. – La tarde del martes 6 último, David Eduardo Herrera Torres convocó a algunos trabajadores y “jefes de departamento” del Hospital General de Ometepec para, en el nombre de Dios, tratar de zafarse de la publicación de este medio que lo ubica y relaciona con actividades ilícitas cometidas a discreción desde su puesto de servidor público como director del nosocomio.

Herrera Torres sí necesita que Dios lo bendiga y literalmente, que lo agarre confesado. Hace unos pocos días, una mujer llamó poderosamente la atención de propios y extraños en el hospital, llegó a pedir le hicieran un estudio de ultrasonido por dolores en el bajo vientre. La mujer refirió que la noche anterior el director Herrera le diagnosticó tumoraciones y miomas en la matriz y le ofreció operarla en su clínica, “Santo Niño de Atocha”, por algo así como 15 mil pesos; y le dijo que no sentiría nada y que en pocos días estaría totalmente recuperada.

Por tratarse del director, a la mujer se le brindó la atención solicitada y ¡oh sorpresa!, en el nuevo ultrasonido, nada se encontró en su matriz. La mujer contó que llegó por la noche al hospital a buscar ayuda y atención, curiosamente ahí estaba Herrera, quien la llevó a su clínica porque ahorita, le dijo, “no hay nadie que la pueda atender y el hospital no cuenta con lo necesario para su atención”.

Herrera Torres pretendía desgarrar las entrañas a la mujer y cerrarla nomás para hacerse de 15 mil pesos en un ratito. Las mismas mañas son seguidas casi al pie de la letra por su mujer, Rufina Margot Solano Salazar, quien ahora se sabe, es aviadora. Sí, la mujer cobra doblemente en el hospital, un sueldo por ser de base, y otro sueldo “por contrato”. Nomás que el nombramiento por contrato no es respetado, nunca va y cuando lo hace, es nomás para robarse a los pacientes para su clínica.

En su comunicado – que hizo público vía Facebook-, Herrera Torres no mostró ni entregó un solo documento a los trabajadores, por ejemplo, relativos al cómo, cuándo y por qué se introdujo al Hospital un equipo de tomografía “privado”, como lo serían las convocatorias de licitación, el fallo de ésta y el respectivo contrato con la Secretaría, que en este caso sería muy especial por tratarse de una participación público privada en la que un particular va a explotar y usar los bienes del estado, es decir, de todos sus habitantes. Aunque Herrera Torres y familiares, estaría impedido por ser funcionario público de la secretaría de Salud.

Bueno, en las condiciones actuales, hasta la energía eléctrica sería de gratis para el particular, poniendo en grave riesgo las instalaciones eléctricas del hospital y por ende la atención médica de la población derechohabiente, ya que el hospital no cuenta con las instalaciones adecuadas y suficientes para incrementar la carga al transformador actual.

Y todo esto sin contar que Herrera Torres se hizo de socio a un personaje de dudosos antecedentes, Fernando Yañez Méndez, quien como servidor público también cometió graves irregularidades, haciéndose de recursos provenientes del erario del estado, lucro que, obtenido en estas condiciones, es penado severamente por diversas leyes y disposiciones estatales vigentes.

 

Ciegos o transas

 

Las condiciones del Hospital General de Ometepec son de miedo, deplorables en prácticamente todos sus aspectos, sin embargo, a decir de Herrera Torres, en su última visita –por cierto, reciente- al hospital, el secretario de Salud Carlos de la Peña Pintos,” se fue muy contento por los cambios y mejoras que observó y así mismo lo declaró a la prensa”. De ser cierto lo que asegura Herrera Torres, el secretario De la Peña Pintos podría tener uno de dos padecimientos a escoger: o está ciego o está coludido con el director en todas sus transas, de plano.

Y los mismos males deben de padecer el subsecretario Herón Delgado Castañeda y el director de segundo nivel de la secretaría, Juan Francisco Ramírez Reynoso que también acompañaron al secretario a constatar “tanto trabajo, sacrificio, transparencia y mejoras” que ha llevado Herrera Torres al Hospital.

La falta de insumos, medicamentos, materiales de curación y equipo, entre otras, es una constante en este hospital que va vertiginosamente en picada. Mientras miles de medicamentos se pudren almacenados, no existe un solo proyecto de mejora en el que el director haya participado, es imposible cuando en el privilegio, Herrera Torres acude al hospital “a trabajar”, si acaso dos horas por la mañana y dos por la noche, rara vez va los sábados y los domingos acude a la iglesia a confesar todos sus pecados, que perdonados que le fueron, arranca de nuevo la semana el lunes a seguir lucrando de manera ilegal con todo lo que a su paso cruce por el hospital.

Nunca en la historia del Hospital había existido crisis parecida, las prisas y la ansiedad por robar han puesto todo y a todos de cabeza. Resulta ilógico que el director amenace e intimide a los trabajadores con cámaras de video y vigilancia externa cuando todo el terreno del hospital se encuentra abierto a quien desee entrar por carecer de una barda, las aguas y olores pestilentes inundan el exterior del edificio por las pésimas condiciones de una planta de tratamiento y cuando la quema de basura y de desechos biológico infecciosos al aire libre son una constante.

Por si todo esto fuera poco, a Herrera Torres hay que sumarle la compañía de su administrador, Jorge Fernández Guillén, quien anda buscando que foco fundido cambiar, que compresora arreglar; vigilar que su pariente entregue las pipas de agua al hospital, en fin, mucho “trabajo” en donde pueda clavar el diente y obtener beneficios económicos mediante el incremento a los precios de compra o a la comisión forzosa del 20 por ciento que exige a los proveedores.

Y por si algo faltara, Fernández Guillén parece que sufre de algún trastorno mental, pues goza de humillar a los trabajadores y ha llegado al grado del hostigamiento sexual con diversas trabajadoras de la institución; “las desnuda con la mirada” y hasta les ha hecho propuestas indecorosas. Y ni que hablar de María Inés de la Cruz Martínez, “líder” sindical y declarada palera y defensora del director.

Si De la Peña Pintos debe ser agradecido con alguien, es con los trabajadores de la salud y ramas afines del nosocomio, con sus médicos y enfermeras que hacen maravillas con el estrecho margen con el que trabajan después de tanto y tan descarado robo.

democratanm@gmail.com

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