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La fuga del Chapo Guzmán y otros dramas nacionales

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Horizonte ciudadano

Rosa Esther Beltrán Enríquez

Julio 14 del 2015

 

La fuga saturó al planeta. Fue la noticia de la fuga gloriosa; la fuga imperdonable, la fuga del monstruo, la carcajada amarga por parte de los mexicanos, la carcajada por el desfondamiento del peñanietismo y su “gobierno”. La huida es una gran vergüenza para Peña (lo sería si la tuviera), es la confirmación irrefutable de su incompetencia y complicidades.

La fuga es el ridículo. La fuga es el emblema de la corrupción. El escape es la viñeta de la ineptitud y la ratificación de la ancestral ausencia del Estado de derecho. La huida es el cinismo extremo. La desaparición es la desconfianza absoluta de los ciudadanos que piensan y la diversión y burla para los memes.

El túnel es un sarcasmo punzante, una metáfora de la cárcel de “alta seguridad”. La fuga es una claudicación a la refundación del Estado mexicano que Peña Nieto prometió. El escape muestra la precariedad del Estado para tomar en sus manos el “ejercicio de la violencia legítima” y detener a sus enemigos y los de la sociedad.

La huida del Chapo es un hecho que aumenta la crispación de la sociedad mexicana y esa parece ser la estrategia del gobierno, apretar, apretar, dar vuelta a las tuercas para inducir a una desesperación social extrema que lleve a una rebelión y así justificar un aplastamiento como el de 1968 con el  priista Gustavo Días Ordaz o el de 1971 con Luis Echeverría, es lo que sabe hacer el PRI, reprimir, someter, castigar.

La fuga mostró la capacidad de organización y manipulación del delincuente que comenzó convocando a más de 900 presos del penal y los organizó en una huelga de hambre  que duró al menos 2 días (Julio 2014- Maribel Hernández, CNN), a esa siguieron otras estrategias que culminaron con la fuga. El escape es la cereza del pastel de la simulación del Gobierno peñista.

Edgardo Buscaglia, especialista en estas cuestiones, opina que la fuga,  “es un golpe mortal a la credibilidad y a la confianza internacional del gobierno de Peña Nieto”, además agregó que los sistemas penitenciarios y policiales son feudos de la delincuencia organizada (Aristegui, CNN-14-07-2015).

El escape plantea innumerables preguntas que seguramente al Gobierno no le interesa contestar ni lo hará, ¿cómo se obtuvieron los planos del penal de “alta seguridad”, esos  no están a disposición de cualquier persona, de manera que ahí podrían encontrarse numerosos sospechosos.

El fuga del Chapo nos la cobrarán a los mexicanos ya que la PGR está ofreciendo 60 millones de pesos a quien proporcione información útil, veraz y oportuna para localizar y detener  al Chapo, se trata de la  mejor recompensa ofrecida por la entrega de un delincuente; se pagará con nuestros impuestos, a lo mejor la cobra Osorio Chong o el mismo Peña Nieto, porque ¿quién sabe más sobre el Chapo?

Padecemos a un gobierno corrupto hasta la médula y la sociedad no dispone de formas para detener los excesos, dispendios y engaños que caracterizan a esa institución, la que además,  es adicta a mantenerse en el error rindiendo culto al adagio de que si el presidente manda y se equivoca, sencillamente vuelve a mandar y asunto olvidado.

Este Gobierno  naufraga no sólo por sus ineptitudes, su corrupción y dispendios, también porque tiene en la mira a sus opositores, aquellos a quienes  de verdad considera sus adversarios.

En fin, lo que es cierto es que la fuga del Chapo es sólo un eslabón más de la cadena de agravios que Peña Nieto y su administración infringe a los mexicanos, porque ahí está impune Ayotzinapa, Tlatlaya, la megadeuda de Coahuila, la protección de EPN al Moreirato y ahora agregue la que le ofrece a Rodrigo Medina gobernador de Nuevo León. Las humillaciones y ultrajes no se detienen.

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