CulturaNotas Importantes

POR EL PLACER DE LEER

O

 

Tere de las Casas

30 de mayo de 2014

 

 

En sus inicios, la escritura fue considerada sagrada, privilegio de los que se encargaban de descifrar y transmitir los mensajes divinos.

         Más tarde, la aprendieron los pensadores, poetas, legisladores, científicos y estadistas, pero la gente del pueblo siguió viviendo sin ella durante milenios.

         La humanidad no tiene más de dos siglos de ser alfabetizada y ni aun hoy lo es al cien por ciento.

         A pesar de que la escritura es ya patrimonio de casi todos, nos negamos a expulsarla de su altar, queremos conservar la creencia de que los que a ella se consagran son mensajeros de los dioses.

         Entonces, esperamos hallar en los libros la libertad, la perfección, las respuestas a las preguntas existenciales, la solución de nuestros problemas, la fórmula para experimentar un cambio drástico en nuestras defectuosas existencias…

         Leer NO nos hará libres. Nadie ha conseguido dejar de fumar gracias a los libros ni ha salido de la cárcel ni ha pagado sus deudas ni se ha librado de una relación destructiva. Cuando mucho ha conseguido olvidarse por un rato que está atrapado, pero de la trampa no ha podido escapar.

         Leer NO te convierte en mejor persona. Para ser una persona mejor hay que trabajar, hacer ejercicio, alimentarse bien, ahorrar, aprender a relacionarse armoniosamente con uno mismo y con los demás, evitar el tabaco, el alcohol y otras drogas, ir a terapia, ser leal, honrado, ordenado, puntual, responsable, disciplinado, perseverante…

         ¡Ah! y leer también ayuda.

         La lectura NO es una herramienta de transformación, a menos que se considere como transformación el convertirse en un pedante intelectual que mira con desprecio a los que no han leído a los clásicos y que, como carece de ideas propias, necesita estar citándolos todo el tiempo.

         Nuestro pensamiento mágico nos induce a creer en milagros y panaceas, pero los libros no son más que producciones imperfectas de humanos imperfectos.          Además, hay un montón de libros chatarra que proporcionan datos incorrectos o superfluos.

         Yo soy escritora y no me inspira ningún dios, ni siquiera una musa. No puedo hacer libre ni mejor persona a nadie, porque yo misma no lo soy. Y es mi parecer que una transformación profunda sólo se logra mediante una ardua tarea multidisciplinaria que se prolonga toda o gran parte de la vida.

         Es también esa necesidad nuestra de encontrarle utilidad a todo y, peor aún, de hacer lucrativo todo, lo que nos mueve a buscarle un beneficio a la lectura.

         Por ello los muchachos no estudian, simplemente se preparan para el trabajo, no quieren saber, quieren un papel que diga que saben. Y cuando no encuentran un empleo bien remunerado, se quejan con esta trillada frase: « ¿Para eso estudié?».

         El conocimiento es un fin en sí mismo, se aprende nada más que para saber y se lee por el sólo placer de leer.

         El ser humano es un animal racional, inteligente y muy curioso, no necesita que lo inviten a leer o adquirir información, es un buscador innato de respuestas.

         El cerebro no aprende para obtener una calificación, un diploma o un ascenso, el cerebro aprende porque le encanta, porque para eso existe, porque la adquisición de conocimientos le da alegría.

         A todos nos gusta saber, pero a muchos les disgusta el proceso del aprendizaje, porque creen que se requiere de un esfuerzo, no se han dado cuenta de que su cerebro se pone tan contento como su estómago al comer. La clave está en descubrir qué es lo que les interesa o, mejor todavía, qué es lo que les apasiona. Una vez hallado ese tesoro, nunca más requerirán de campañas de fomento a la lectura, irán solitos a buscar los libros.

         No es recomendable leer 20 minutos al día, hay que leer el tiempo que a uno le dé la gana.

         No leas por obligación, si te da más placer ver la tele, dar un paseo en bicicleta o chatear, pues adelante, haz lo que quieras. Los libros no se escribieron para castigarte ni para amargarte la vida.

         Y como no sé cuánto tiempo llevas leyendo, voy a pararle antes de que suene la alarma de tu celular para anunciarte que ya pasaron tus 20 minutos de lectura obligatoria.

 

*Tere de las Casas es profesional independiente en el sector de las Bellas Artes, cuentista, cuentacuentos y escritora, desde hoy colaboradora de Demócrata Norte de México.

 

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