Archivo 2005

Obras infladas con sobreprecio

Alcalde de Torreón Guillermo Anaya, destruye vialidad de la ciudad

Bulevares sin drenaje pluvial, 20 colonias inundadas por recientes lluvias

Juan Monrreal López

Julio 31 de 2005

Torreón, Coahuila.- Los visitantes que conocieron el Bulevar Independencia, antes del arribo de Guillermo Anaya a la Presidencia municipal, no dejaban de elogiarlo. Era la vía más rápida, además de segura, para atravesar la ciudad de oriente a poniente. Para los habitantes de Torreón, era motivo de orgullo. La modernidad de la arteria, estaba acompañada de dos carriles laterales, uno en cada extremo, tanto al norte como al sur de la rúa.

Los diez carriles totales de la arteria, posibilitaron siempre el tráfico expedito, pero también el crecimiento del área comercial, principalmente en el oriente de nuestra ciudad.

Dividida en un cuerpo central de seis carriles, los montículos de las banquetas laterales, no sólo eran punto de descanso para los residentes que cruzaban la ciudad de norte a sur o viceversa, también eran área de palmeras, fresnos y en los últimos tiempos, del ficus; plantas que bajo sus sombras albergaron al transeúnte rendido por el sol del ardiente verano lagunero.

Con la llegada de Guillermo Anaya a la presidencia, la otrora vía rápida, está convertida en auténtica amenaza. Transformada en una ruta sin camellones laterales, paradójicamente los diez carriles – corriendo cinco de oriente a poniente inversamente – convirtieron la calle en peligrosa, pero también más lenta cuando llueve.

Basta cualquier chubasquito, para que la remendada – más que modernizada – avenida, se reduzca a sólo dos carriles más o menos transitables. Aquello es un verdadero estercolero. La mierda con sus olores, literalmente brota de las alcantarillas, cañerías que antes fueron desfogue de la acumulación pluvial.

Los drenes que existieron en el cuerpo central de la vía, eran desagües para que los seis carriles del cuerpo principal del Independencia permanecieran libres; inclusive cuando las precipitaciones eran realmente torrenciales.

Quienes han hecho del Bulevar Independencia, un espacio de cotidianidad, saben que la cooperación vecinal se perdió. La asociación voló en esta calle, desde que los burócratas anayistas destrozaron el trazo de la vía.

En otras épocas, las inundaciones de las laterales ya desaparecidas, eran desahogadas por el vecindario. Por eso, entre otras causas, los estragos de las lluvias eran menores. Incluso el pavimento duraba más.

¿Quien no recuerda a los vecinos, levantando las tapas de las alcantarillas del drenaje para evitar las inundaciones de locales comerciales y viviendas? O los antiguos camellones sirviendo de islas salvadoras para los náufragos cruza calles. Esto ya no existe. En su lugar quedan, ocho largos carriles inundados, cada vez que el cielo descarga una pringadita. Y circular en esas condiciones es difícil, sobre todo cuando la oscuridad permea por toda la ruta, y como siempre pasa, los semáforos se apagan sin conseguir auxilio de los agentes de tránsito.

Los chubascos de estos años, y recientemente el agua traída caída el 27 de julio, evidenciaron la destrucción que las constructoras hicieron del Bulevar Independencia; pero también la mofa que Anaya Llamas hace de la buena fe de los habitantes de la ciudad.

Criticado por el trazado bruto de la nueva distribución, Anaya Lamas apeló al tiempo. Dijo, palabras más, palabras menos, que cuando se vieran las bondades del nuevo trazo, nos convenceríamos. El asunto es que ya pasaron casi dos años y los problemas viales se acrecientan, lejos de solucionarse.

A raíz de las lluvias del fin del año 2004 y las de principios de este, las fallas volvieron a tallar la vista de los vecinos y transeúntes.

Cuestionado al respecto, Anaya Llamas, dijo para evadir la quema, que las reparaciones correrían a cargo de las constructoras que desarrollaron la obra. Que los arreglos eran parte de la garantía. Así transcurrieron casi dos años. Las mejoras no se ven por ningún lado, en cambio las complicaciones para peatones y automovilistas, van de mal en peor.

Es más, un simple censo entre los vecinos respecto a los perros del vecindario atropellados en el transcurso de este año, arrojarían datos interesantes del descontrol de orientación que sufren animales y personas vecinas de la zona.

El número de individuos y canes arrollados por los vehículos, como consecuencia del descomunal cambio efectuado en este inhumano bulevar, creció exponencialmente comparado con el anterior delineado de la calle.

Aun más. La carencia de puentes peatonales en toda la rúa, demuestran con claridad el concepto urbano, que este suertudo de la política tiene respecto al papel de los vehículos y transeúntes. Un solo armazón en más de 12 kilómetros de vía.

Guillermo Anaya, engañó a la ciudadanía con presuntas garantías cobrables a las constructoras que destruyeron esta otrora amigable vialidad.

Así aconteció con las palmeras que se transplantaron sobre el mismo Bulevar Independencia. Hasta llegó a amenazar a los proveedores con hacer uso de la garantía. Obviamente no lo hizo. Fue otro artilugio de este alcalde blanquiazul.

Es más, son tan malsanas las obras contratadas por Anaya Llamas que – como dice el habla popular – si comprara un circo, los enanos crecerían, sólo que las facturas las pagamos todos los ciudadanos.

Las lluvia de todo este año – sean pequeñas o grandes – evidenciaron que el coprolalico alcalde Guillermo Anaya, nos tomó el pelo a la ciudadanía en toda su dimensión.

Bulevares como el Diagonal Reforma, remodelado con patrón similar al Independencia, dejan ver que el ciudadano peatón de estas áreas, no cuenta.

Incluso, los automovilistas se quejan del nulo drenaje pluvial de esta calle, que al igual que el Independencia, es literalmente presa de cualquier lluvia. A Guillermo Anaya, se le olvidó que avenidas de estas magnitudes no pueden funcionar sin drenaje pluvial.

Sería bueno recordarle a Anaya Llamas, que su gestión se mantiene por el hartazgo de la gente en contra del PRI, pero además porque, el Congreso frena la iniciativa popular encaminada a juzgar a las autoridades entre los que sin duda estaría él; no sólo por el costo inflado del precio de las construcciones o la concesión de las mismas al director de obras públicas Jiménez Saracho; también por la ilegalidad de promover a su “gallo” a la alcaldía, el diputado local Jesús de León Tello – quien por cierto hoy fue derrotado en las elecciones internas del PAN-, así como por las repetidas ocasiones que reprimió a la ciudadanía mediante acciones policíacas por el hecho de manifestarse.

De hecho, el Congreso de Coahuila, conspira contra los ciudadanos.

Si la diputación actuara apegado a sus funciones, Anaya, Enrique Martínez y la bola de funcionarios corruptos que los acompañan, seguramente ya no despacharían en el edificio de Galeana y Matamoros, mucho menos en el Palacio Rosa.

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